Las fiestas de San Fermín, que cada año inundan Pamplona de júbilo y adrenalina, culminan con un acto lleno de melancolía y emotividad: el cántico de "Pobre de mí" en la Plaza del Castillo. Esta costumbre, que marca el final de los Sanfermines, es una de las tradiciones más queridas y simbólicas de estos días marcados en rojo en el calendario de tantos. Exploraremos aquí los orígenes, el desarrollo y el significado de esta emblemática canción.
El origen de "Pobre de mí" se remonta a los años 20 del siglo pasado. Según algunas teorías, el pintor Julián Valencia y sus amigos iniciaron esta tradición cuando comenzaron a pasear por las calles de Pamplona con velas encendidas, entonando una melodía melancólica que decía: "pobre de mí, pobre de mí, que se han pasado las fiestas sin divertir". Este canto, que surgió como una especie de broma entre amigos, fue ganando popularidad con el paso del tiempo.
En 1968, el Ayuntamiento de Pamplona oficializó este ritual, organizando una concentración de peñas en la plaza del Ayuntamiento para despedir las fiestas. Desde entonces, el "Pobre de mí" se canta de manera oficial cada 14 de julio a medianoche, convirtiéndose en un evento central de la clausura de los Sanfermines.
Originalmente, la letra de la canción hacía referencia a la diversión durante las fiestas, pero con el tiempo, la letra se adaptó para reflejar la tristeza por el fin de los festejos: "pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín". Este cambio simboliza el fin de una semana intensa de celebración y la transición a la normalidad.
El acto de cantar "Pobre de mí" trae consigo una atmósfera solemne y de recogimiento. Los asistentes se reúnen en la plaza del Ayuntamiento, portando velas encendidas, creando una imagen que recuerda a la de un funeral. Este ambiente contrasta fuertemente con la energía y el bullicio del "chupinazo" que da inicio a las festividades el 6 de julio.
La ceremonia de "Pobre de mí" comienza a la medianoche del 14 de julio, cuando el alcalde de Pamplona sale al balcón del Ayuntamiento y pronuncia unas breves palabras de despedida. A continuación, la multitud entona la canción, alzando sus velas y pañuelos rojos, en una muestra de unidad y nostalgia colectiva.
Después de cantar el "Pobre de mí" son muchos los asistentes que se dirigen a la Iglesia de San Lorenzo. Allí se encuentra la figura de San Fermín, y a ella le anudan sus pañuelos rojos en señal de respeto y despedida. Este gesto simboliza el fin de las fiestas y el inicio de la cuenta atrás para las siguientes.
Por todo esto, el "Pobre de mí" es mucho más que una simple canción; es toda una manifestación cultural y emocional que encapsula a la perfección el espíritu de San Fermín. A través de esta canción, los pamploneses y todos los visitantes presentes expresan tanto la tristeza por el final de las fiestas como la esperanza de volver a celebrarlas el próximo año. Esta tradición, aunque sea relativamente reciente, se ha convertido en un pilar fundamental de las fiestas de San Fermín, reflejando el profundo arraigo de estas fechas tan señaladas en la identidad y el corazón de Pamplona.