Después de un año de litigio, la ciudad de Los Ángeles acaba de declarar la casa en la que murió Marilyn Monroe monumento histórico para evitar así su demolición. Fue la única vivienda que compró la actriz por 600.000 euros de ahora.
Lo hizo para vivir allí toda la vida, pero irónicamente, murió allí a los seis meses de abrir sus puertas. A Monroe le enamoró el estilo colonial y le pequeño huerto. La piscina no pudo ni estrenarla y apenas le dio tiempo a hacer alguna sesión de fotos.
Una vez fallecida la estrella, una familia compró el inmueble, lo reformó y estuvo 50 años abandonado. El verano pasado una pareja compró la casa por más de siete millones con la intención de demolerla.
Sin embargo, han sido los lugareños de Los Ángeles, en pie de guerra, quienes lo han impedido. "Aquí acaba mi viaje", reza un azulejo que colocó la actriz en la casa. Parece que no por ahora.
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