Natalia Martín, restauradora de los cuadros del Palacio Real con 35 años: cómo consiguió su plaza fija

  • Natalia fue becaria en el Museo del Prado y, tras sacar la plaza de Patrimonio Nacional, trabaja como restauradora del Palacio Real

  • En el taller reciben obras desde Riofrío, El Escorial, La Granja de San Ildefonso o el Palacio Real de Aranjuez que necesitan tratamiento

  • Encuentran en Madrid un cuadro de Goya desaparecido hace 200 años

Recientemente, se han cumplido 40 años de la restauración del cuadro más visto del Museo del Prado: Las Meninas, obra cumbre del pintor Diego de Velázquez. La eliminación de la capa de barniz oxidado que, en la época del gobierno de Felipe González, le daba a la pintura un tono oscuro amarillento, se convirtió en toda una cuestión de Estado, pues el presidente socialista declaró que más de un gobierno "había caído" por una decisión menor que aquella. Tocar un cuadro intocable no era baladí y su histórica frase nos da una idea de la responsabilidad que pesó sobre los hombros de John Brealey, el restaurador inglés elegido para recuperar la capa original de la pintura.

Su origen extranjero causó mucha polémica en el momento de su designación pero, al igual que los médicos no operan a sus familiares enfermos, la implicación de un español en el proceso de restauración de una obra patrimonial tan importante, podría haberle hecho temblar el pulso al responsable. La minuciosidad que requiere este trabajo es el mayor reto para los estudiantes que, fascinados por la belleza de las obras artísticas, eligen adentrarse en el ámbito de la restauración y la conservación con el noble objetivo de preservarlas para siempre.

Una de esas estudiantes, hoy ya consagrada restauradora de las obras vinculadas a la Casa Real Española, es Natalia Martín Molina, joven de 35 años que comenzó su andadura profesional en la era pre Bolonia. "Yo cursé cinco años en la facultad de Bellas Artes con itinerario en restauración y conservación, pero ahora hay dos formas distintas de adentrarse en la profesión. Por un lado, se puede hacer un grado en la universidad -no es una licenciatura como entonces - y, por otro, en las escuelas superiores. Ambos caminos tienen cuatro años de duración", informa Natalia para todos aquellos interesados en su especialidad.

Beca Goya Mundus y beca Iberdrola en el Museo del Prado

Una vez titulada, esta madrileña pidió y consiguió una beca Goya Mundus, una subvención "parecida al Erasmus" y destinada a los estudiantes de las universidades de la capital, que les permite trabajar en prácticas durante tres meses en empresas o instituciones ubicadas en Europa, Asia o Estados Unidos. "Yo me fui tres meses a trabajar a Julius Lowy, en Nueva York, una empresa que tiene su propio taller de restauración desde los años 60. Viví en Brookling y, al final, me quedé dos años", ha dicho sobre su feliz etapa en el extranjero.

Al volver a España, hizo un Máster en Restauración Preventiva - relacionada no con el tratamiento directo de la obra, sino con otros aspectos cruciales como su traslado, el control de los factores ambientales, etc- y después, obtuvo la reputada beca Iberdrola, por la que pasó a ser becaria en el taller de restauración del Museo del Prado. "Lo mejor de estar allí fue aprender de la experiencia de los compañeros veteranos", dice Natalia sobre los profesionales que la enseñaron.

En el taller de restauración utilizamos pinzas y bisturíes, somos como los cirujanos de los cuadros

Ya que había entrado en prácticas, se presentó dos veces a los exámenes para obtener una plaza fija en el Prado pero, aunque llegó al último examen (en el que quedan siempre unas 3 personas) "sólo se ofertaba una plaza y era muy difícil conseguirla". "La última vez, se convocó también la oposición para Patrimonio Nacional y yo saqué una de las dos plazas existentes", dice, orgullosa del esfuerzo que le llevó a conseguir un empleo fijo como restauradora, nada más y nada menos, que de las obras vinculadas con la Casa Real.

Su trabajo en el taller de restauración del Palacio Real

Actualmente, Natalia trabaja en el taller de Restauración del Palacio Real, hasta el que llegan cuadros y obras pictóricas desde el Palacio Real de Riofrío, El Escorial, La Granja de San Ildefonso, el Palacio de Aranjuez o de la Galería itinerante de las Colecciones Reales que se pueden transportar y que necesitan tratamiento. "El grueso de las obras que trabajamos son pinturas del sigo XVI al XIX y nuestra labor consiste primero en la consolidación de las mismas, eliminando desgarros o bastidores rotos, que forman parte de la estructura y, segundo, en tratar la parte estética. Detectamos si hay lagunas, tratamos el barniz y las zonas amarillas y lo hacemos desde el máximo respeto y conocimiento", ha dicho, al encargarse del bienestar de un material tan valioso como éste.

Para hacerlo adecuadamente, además de contar con la experiencia de "los mayores", los restauradores utilizan mucho material quirúrgico. "Usamos gafas de aumento, pinzas y bisturíes para que nuestra intervención sobre el cuadro sea mínima. Podemos decir que somos como los cirujanos de los cuadros", ha concluido para definir tan bonita profesión. Hasta el momento, durante su prometedora carrera, Natalia ha tenido la oportunidad de restaurar cuadros tan significativos como Las Bodas de Psiquis y Cupido, de Giulio Romano, La Fiesta de Nuestra Señora del Bosque, de Denis Van Alsloot, Lección de Canto, de Jean Antoine Watteau o Santa Clara, de Maestro del Portillo.

Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.

Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.