El misterioso cuadro desaparecido del pinto Gustav Klimt que llevaba desaparecido más de 100 años, ha aparecido para ser subastado en Viena. La subasta ha generado una gran expectación dado el desconocido paradero de la obra durante años. De hecho, es tal el interés puesto en este cuadro que su valor inicial es de 30 o 50 millones de euros.
Claudia Mörth-Gasser, de im Kinsky, la casa de subastas encargada de organizar esta gran venta, asegura que “se trata de un cuadro con el que puede haber sorpresas, siempre que han aparecido cuadros de Klimt en subastas, se han conseguido muy buenas subidas. Lo que podemos decir es que el precio de estimación está fijado moderadamente”.
De esta obra, se conoce que el pintor recibió 10.000 coronas por adelantado y se estima que habría recibido otras muchas al entregar esta pieza terminada. El cuadro fue encargado por los Lieser, una familia de empresarios judíos que sufrieron las persecuciones nazis cuando Austria se unió al Reich alemán en 1938.
A esta obra se le perdió la pista en el año 1925, año del que es una foto en blanco y negro tomada para los preparativos de una retrospectiva de Klimt celebrada al año siguiente, y en la que ni se sabe si llegó a exponerse. Hoy en día se ha sabido que fue vendido y que desde la década de 1960 estuvo en una mansión a las afueras de Viena. Varios miembros de la familia tuvieron que huir de Austria durante el nazismo y Lilly Lieser, una conocida mecenas, fue asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz.
Tras la II Guerra Mundial, sus hijas volvieron a Austria y reclamaron los bienes confiscados por los nazis, pero el cuadro no se menciona en esa petición.
Hace 18 meses, Ernst Ploil, uno de los gerentes de im Kinsky y perito experto en arte, recibió la llamada de alguien que contó haber heredado el cuadro y pidió ayuda para subastarlo. La casa de subastas inició una profunda investigación que ha concluido que no hay pruebas de si la obra fue expoliada o no entre 1938 y 1945, durante la dictadura nazi en Austria. Por eso, cuenta Ploil, la casa planteó al actual propietario la condición de llegar a un acuerdo con los herederos de los Lieser.
“El acuerdo es que subastan juntos y distribuyen lo recaudado”, resume Ploil, quien afirma que de esa forma se supera cualquier posible injusticia y da seguridad jurídica. Este abogado describe este trato como un ejemplo de buenas prácticas, en un país que hasta hace relativamente poco tiempo puso muy difícil a los descendientes de víctimas del nazismo recuperar lo robado.
Mörth-Gasser adelanta que la subasta ha despertado interés internacional y que es difícil saber cómo será la dinámica mañana, pero confía en el que el hecho de que el valor estimado sea tan “moderado” puede contribuir a que suban las pujas. Algo que añade interés al retrato es que no se sabe quién es la modelo, pero se cree que puede ser la sobrina de Lilly Lieser o, más probablemente, una de sus hijas.
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