Si Michael J. Fox hubiera hecho uso real del Delorean, nunca hubiera imaginado lo que le deparaba el futuro. Tan sólo un año después de que se estrenara la tercera entrega de 'Back to the future', la saga que le lanzó directamente al estrellato, su neurólogo le diagnosticó la enfermedad incurable del párkinson. En 1991, cuando aún tenía 29 años y estaba en la cúspide de su carrera, el que siempre será recordado por su papel de Marty Mcfly comenzó una dura lucha contra una patología que, a día de hoy, le obliga a moverse en silla de ruedas.
Sin embargo, sus dificultades motoras no le impidieron ponerse de pie sobre el escenario de los premios BAFTA 2024, donde la academia británica del cine entregaba sus reconocidos galardones. Con sólo escuchar su nombre, el público entero se levantó para hacerle una sonora ovación al actor que, generación tras generación, conquistó al espectador con sus múltiples viajes en el tiempo. Fox volvió a demostrar que "nadie le llama gallina" y, haciendo un notable esfuerzo, encaró la entrega del premio más importante de la noche.
Él fue la mano amiga que otorgó el BAFTA a la Mejor Película a Oppenheimer, la cinta de Christopher Nolan sobre el origen de la bomba atómica, que también se llevó el premio a Mejor Director, Mejor Actor y Mejor Actor de Reparto. El proceso, para bien y para mal, que supuso la creación de arma de destrucción masiva más potente de nuestra historia, fue la narración triunfadora de la ceremonia y no pudo tener mejor padrino.
Haciendo gala de su buen humor, Michael J. Fox recibió el cariño de todo el gremio y un gran aplauso virtual a través de las redes sociales por el que se siente agradecido. El documental que habla de su compleja vida también optaba a llevarse una estatuilla y, gracias a su propia participación, se sabe cómo comenzó a notar su enfermedad. El actor cuenta que, tras una noche en la que salió de fiesta con su compañero Woody Harrelson, le "empezó a temblar el dedo meñique", marcando el inicio de un diagnóstico que cambiaría su mundo para siempre.