Juan Manuel de Prada, escritor: “Las ideologías, bajo su apariencia conceptual organizada, son un saco de mierda”
El escritor publica ‘Raros como yo’, una recopilación de semblanzas de escritores olvidados o malditos que han inspirado su trayectoria artística y vital
Fueron autores que priorizaron su propia voz frente a las modas del momento, y que sufrieron por ello la marginación en vida o el olvido tras su muerte
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Juan Manuel de Prada es un raro. O al menos lo es para los cánones actuales. Y es raro porque es difícil encuadrarlo en nuestras categorías mentales. Uno nunca sabe lo que opinará de determinado asunto y por eso leerlo es siempre tan estimulante. Pasó recientemente cuando condenó con contundencia la “limpieza étnica” de los palestinos en Tierra Santa y se vio atacado por sectores de la derecha, que le creía uno de los suyos.
Él se sabe raro y ha querido reunir en un libro la historia de otros congéneres. ‘Raros como yo’ (Espasa) recorre la vida y la obra de su admirado raro Leonardo Castellani, de raros extremistas como Léon Bloy o Ernest Hello, de raros olvidados como Concha Espina y su hijo Víctor de la Serna o de rarísimos pintorescos como Iván de Nogales o Pedro Roca.
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Pregunta: Es usted un escritor raro, no se identifica ni con la izquierda ni con la derecha, lo cual es una rareza en este país.
Respuesta: Sí, porque se ha logrado destruir la capacidad de raciocinio de la gente, que necesita inscribirse en las izquierdas o las derechas para encuadrarse en algún subconjunto humano. Es algo verdaderamente lamentable. A la gente le dan un ‘pack’ y le dicen: si eres de izquierdas tienes que ser antisionista a ultranza; si eres de derechas tienes que ser proamericano a tope. Es una cosa patética. Son enjuagues para tener a la gente totalmente controlada. Los negociados ideológicos necesitan generar adhesiones ciegas y nutrir con ese ‘pack’ el cerebro de la gente que previamente han vaciado.
Pregunta: ¿Por qué pasa esto?
Respuesta: Sucede porque las ideologías son embelecos, trampantojos, sucedáneos religiosos. Las ideologías, bajo su apariencia conceptual organizada, son un saco de mierda. No tienen ninguna coherencia interna. Simplemente te venden el paraíso en la tierra, pero para distinguirse tienen que meterse en un cajón, que además siempre es un cajón de sastre. A mí por ser católico siempre me han dicho que era de la derecha más rancia y casposa. Ahora, por decir que no me parece normal masacrar a los palestinos, parece que soy de izquierdas. Son cosas demenciales.
Pregunta: ¿Hay algún político que se salve de estas categorizaciones?
Respuesta: No, porque los partidos políticos son rediles donde tienes que asumir una serie de consignas para poder prosperar. No hay ninguna esperanza. Yo sí creo que hay gente que se rebela, gente que se pregunta que si para ser de izquierdas tienes que apoyar la mutilación de los niños para cambiar de sexo o que para ser de derechas tengas que aplaudir que el Ayuntamiento de Madrid otorgue su medalla de Honor a Israel. Yo creo que esa gente existe, pero debe tener el valor de dar un paso al frente y salirse del redil.
Pregunta: En sus artículos diferencia claramente la democracia como forma de gobierno y como fundamento de gobierno.
Respuesta: Sí, en España no hay democracia como forma de gobierno, no hay participación del pueblo en las instituciones. Lo que hay es democracia como fundamento de gobierno. ¿Qué significa eso? Que lo que diga la mayoría siempre es bueno. En la modalidad partitocrática, que es la que sufrimos, unos sujetos deciden arrogarse lo que tú piensas, deciden lo que es bueno y lo que es malo. Si ellos deciden que matar niños en el vientre de su madre es bueno, pues se pueden matar. Si ellos deciden que expropiar la propiedad es bueno, pues la propiedad se puede expropiar. Las decisiones políticas están desligadas de un orden moral objetivo. Eso es la democracia como fundamento de gobierno.
Pregunta: A su juicio, ¿qué es lo malo o bueno, lo justo o injusto?
Respuesta: Hablar de lo que es bueno y malo, lo que es justo e injusto, como decía C. S. Lewis, es como hablar de los colores primarios. Están contados, son el rojo, el azul y el amarillo y no se pueden cambiar. Al igual que no puede haber un color primario nuevo, no puede haber ideas morales nuevas. Las ideas morales están en todas las civilizaciones. En los grandes textos sagrados y los grandes pensadores de todas las culturas siempre encontrarás lo mismo. Las ideas morales básicas son siempre las mismas a lo largo de la historia.
Pregunta: Pero ahora esas ideas morales no las tenemos tan claras.
Respuesta: Porque todo cambia con la modernidad, cuando el hombre decide que lo que es moral es aquello que le conviene, aquello que le interesa, lo que le gratifica materialmente, sensualmente, pero no moralmente. Entonces ocurre lo que decía Rousseau, y es que la conciencia se convierte en un instinto: culo veo, culo quiero. La conciencia deja de ser el juicio moral que tú haces sobre las cosas, ese juicio que es, repito, el mismo desde que el hombre pisó la faz de la tierra y el mismo en cualquier civilización. A partir de ahora, solamente te guías por lo que te apetece.
Pregunta: O por términos ambiguos como progreso y libertad.
Respuesta: En realidad el progreso o la libertad son un movimiento, y lo que determina la licitud o la conveniencia de un movimiento es la dirección. El movimiento sin dirección no existe. Moverse por moverse es grotesco, nadie sale a la calle a dar vueltas en círculo. Lo que determina el movimiento es la dirección y lo que la determina la libertad es el fin, hacia dónde enfocas la libertad. Lo que te permite enfocar bien la libertad es ese juicio moral, ese discernimiento moral que todos tenemos.
Pregunta: Entre los raros de su libro, tiene un lugar privilegiado el sacerdote argentino Leonardo Castellani. Reivindica su potente voz.
Respuesta: El escritor debe contar las cosas desde su personalidad, pero sin discutir las verdades que le trascienden. La subjetividad del escritor es lo que le da estilo. Es una idea disparatada de nuestro mundo disociar la forma y el fondo. La forma hace que el fondo tenga sentido, que la materia adopte una determinada expresión. Un escritor es pura subjetividad. Su visión sobre las cosas va a estar siempre contaminada de su temperamento.
Pregunta: Glosando a otros ‘raros’, como Léon Bloy o Ernest Hello, se pregunta retóricamente: “¿Se puede ser gran escritor siendo imparcial y ecuánime?”
Respuesta. No se puede ser imparcial. Bergamín decía: si yo fuera objeto, sería objetivo, como soy sujeto, soy subjetivo. Un escritor siempre toma partido, siempre se tiene que mojar. Por eso creo que la mayor parte de los considerados escritores hoy en día realmente no lo son. Son lacayos de una determinada ideología y lo único que hacen es ser sus propagadores. No solo en sus opiniones políticas, sino también en sus libros de creación. La mayor parte de los escritores en España se dedican a propagar el catecismo que les exige el sistema. Y además algunos encima quieren posar de malditos o de raros.
Pregunta: Precisamente, entre sus escritores favoritos, hay algunos más malditos que otros. Chesterton es más tolerado que Castellani, por ejemplo.
Respuesta: Chesterton ha sido aceptado a costa de ser adulterado y tergiversado. También C.S. Lewis. Además, ambos tuvieron habilidad de emboscar o de disfrazar de fantasía sus ideas religiosas. Hay otros escritores más directos a los que directamente se silencia. Es lo que han hecho en Argentina con Castellani o en Francia con Léon Bloy , aunque no de manera tan intensa porque es un escritor extraordinario y sus ‘Diarios’ son conmovedores.
Pregunta: Fue alguien que vivió su catolicismo al pie de la letra.
Respuesta: El caso de Léon Bloy es especialmente impactante porque decide inmolarse a cambio de no renunciar ni un ápice a su voz. Él no admite componendas. Como hemos dicho, cada escritor tiene que hablar desde su verdad.
Pregunta: Leemos en el liminar de ‘Raros como yo’: “Todos venimos a este valle de lágrimas con alguna misión modesta que no suele coincidir con las misiones farrucas y altisonantes que, en nuestro engreimiento, nos atribuimos”.
Respuesta: El problema del hombre moderno es que tiende al endiosamiento. Aunque haga unos maravillosos churros, lo que quiere es ser maestro pastelero. Y ahí empieza el problema. La gran religión moderna, que es la exaltación del hombre, el individualismo, tiende a destruir nuestra capacidad de discernimiento y de conocimiento sobre nosotros mismos. La mayoría de las veces los seres humanos estamos llamados a continuar la labor de nuestros antepasados. Como mejor podría realizarse el hijo del zapatero sería siendo zapatero, que es un oficio que ha mamado desde la cuna. Sin embargo, en las sociedades modernas se busca que las personas rompan los vínculos con su familia, con su ambiente, con su mundo, con su realidad, para infundirles ideas disparatadas en la cabeza, y así luego hacer con ellos lo que se quiera y poder manipularlos. Nuestras misiones en la vida normalmente son modestas.
Pregunta: ¿Y en su caso?
Respuesta: Yo en mi juventud gané muchos premios. Ahora la verdad es que no quiero ganarlos y casi te diría que me repugnan los que gané. Me he dado cuenta de que al final un escritor debe tener objetivos muy pequeños. Para mí uno de los grandes objetivos de mi vida, que he podido cumplir solo parcialmente, ha sido dar a conocer a Leonardo Castellani al lector español. Es algo de lo que me enorgullezco.
Pregunta: Hay raros en su libro que son muy pintorescos, como Iván de Nogales, que fue alcalde de Ciudad Rodrigo.
Respuesta: Le llegó a poner una multa por desacato a la autoridad a una muchacha que no quiso aceptar sus aproximaciones. (Ríe). Este es un personaje del que habla mucho Ramón Gómez de la Serna en ‘La Sagrada Cripta del Pombo’. Era un millonario de la época bastante disparatado.
Pregunta: Y en la parte final del libro recuerda a algunas escritoras catalanas ahora casi olvidadas.
Respuesta: Mientras preparaba la biografía de Ana María Martínez Sagi conocí a otras autoras de su época. Son una generación de escritoras que no conviene mostrar al mundo porque desmienten la imagen canónica y actual de Cataluña, monocroma y amputada. Son mujeres de distintas ideologías y creencias religiosas y que escribían en castellano y en catalán. Eso es algo que se está ocultando. Es el caso de Elisabeth Mulder o Irene Polo.