Antonio Muñoz vive en Vallecas, pero tiene corazón malagueño. La sangre andaluza de su padre y de su abuelo o la influencia de su tío, que tenía un grupo con Carlitos El Turuta, le corre por las venas y, por eso, todo el mundo le conoce como El Turu. Ellos le pusieron en contacto con la copla y el flamenco, con el Sol de Málaga y el espeto, con el ceceo y el humor del Sur.
Sin embargo, fue en Madrid donde se arrancó a cantar, en la calle, con la gente, entre los coches en un barrio donde, sin saberlo, inició su carrera musical (y su amor por El Rayo). Su juventud le llevó a ampliar horizontes y por eso se mudó a Malasaña, para conocer “otros ambientes”. Y vaya si los conoció: músicos, actores, poetas, circenses; largas tardes en La Casa de los Jacintos o en el césped de La Complu. Y de toda esa explosión artística, nació su primer disco, del que no extrajo un éxito de ventas, sino una importante lección:
“Cuando saqué el primer disco era muy joven y me produjo una gran ansiedad. Sentí mucha responsabilidad y no me veía capaz de afrontar el proyecto. Había mucha expectativa, me pudo la presión y veía que no disfrutaba, que me iba a convertir en una especie de Joselito. Los artistas jóvenes deben saber que la noche es muy mala, que hay gente en la industria que te quita mucho la energía y por eso, lo frené todo y me quité de en medio”, ha contado en exclusiva para Informativos Telecinco.
Su testimonio es un buen ejemplo para todos aquellos jóvenes que entren en el mundo de la producción musical y se sientan superados. Antes de convertirse en un 'muñeco roto', como tantos otros niños prodigio que pagaron la fama con su salud mental, El Turu se retiró y se dedicó al teatro hasta que, ahora, 10 años después, ha retomado su carrera musical desde un "punto de vista súper sano". "Ahora canto porque es mi pasión, no porque de la música dependa mi bolsillo. Durante todos estos años he solventado la parte económica de mi vida y, de nuevo, puedo cantar con libertad e ilusión", ha añadido.
Esa libertad es la que desprende su nuevo single, Vámonos pal monte, en el que invita a todo el mundo a alejarse de la sobreestimulación capitalista y volver al lugar del que provenimos: el campo. "En esta canción hablo de volver a las raíces. Vivimos en una sociedad híper estimulada y, muchas veces, nos olvidamos de nuestra esencia. En la letra, nombro hasta el Black Friday como el viernes negro. Es una invitación a volver a los pueblos, a oler el campo", dice sobre el hit que ya se puede escuchar en las plataformas digitales.
Con sus covers, se ha vuelto viral en Latinoamérica; sobre todo en Argentina, donde está pensando en actuar pronto. Pero también quiere triunfar en su país, donde, por medio de sus letras, pretende convertirse en un referente del arte, el buen gusto y la resiliencia.