Un poco antes de que llegara el confinamiento de 2020, Miguel Gracia (1999, Cáceres) comenzó a hacer fotografías a amigos y objetos de la calle que le llamaban la atención. El encierro supuso un parón en esta actividad, pero en cuanto pudo volver al exterior, se juntó con un amigo para ir al campo y recuperar esa pasión que se había quedado en pausa.
Recuerda en una entrevista por teléfono con 'Yasss' que de aquel día salieron unas imágenes desastrosas de las estrellas, pero que gracias a ellas, le picó la curiosidad de saber qué eran esos puntos que había encima de su cabeza y porqué siempre habían sido tan importantes para todas las civilizaciones.
Lo que más le fascinó fueron los colores que tenían. “Hasta que no estuve dentro, no sabía qué colores tenía nuestro universo. Ese naranja cobrizo de la Vía Láctea, o el rojo y el azul de las nebulosas. O las formas, que parece como un cubo de Rubik que está esperando a que se complete. Como si alguien lo hubiera puesto ahí para que lo veamos”, comenta.
A partir de ese primer día, se despertó algo en él y salió “casi todas las noches del año a hacer fotos al cielo estrellado. A finales de septiembre me compré un telescopio y empecé a hacer el tipo fotografía que desde entonces cuelgo en redes”, sostiene.
Unas astrofotografías que fueron despertando el interés de miles de seguidores (a día de hoy cuenta con unos 27 mil entre Twitter e Instagram) y que desde el principio intentó que fueran curiosas y divulgativas.
“Desde que empecé siempre tuve claro que subir una foto por subirla era un poco aburrido. Cuando veía instantáneas del estilo en otros perfiles me gustaba saber qué había o que me contaran curiosidades. Por lo que yo hice lo mismo. Mi idea era llamar la atención de la gente y poder despertar ese interés en ellos también”, explica.
Pero más allá de los números en redes sociales, su máximo reconocimiento llegó el 31 de enero de este año. Un día que estará marcado en su calendario para siempre, ya que una instantánea suya fue elegida como imagen astronómica del día por la NASA.
“Ese día fue increíble”, rememora. “Que la NASA elija una fotografía tuya como imagen astronómica del día es lo máximo a lo que una persona como yo puede aspirar. Fue uno de los días más felices de mi vida, si no el que más”.
¿Qué tenía de especial para que fuera elegida por la mismísima NASA? En ella aparece el cometa ZTF (uno que estuvo visitando nuestros cielos unos días del mes de enero) desde diferentes ópticas. Una fotografía que Miguel Gracia sabía que le iba a gustar a la agencia aeroespacial, ya que se trataba de una composición en la que se veía al cometa desde la perspectiva de una cámara, de unos prismáticos y de un telescopio. “Y acertamos”, ríe.
Una fotografía a la que puso el mismo empeño y cuidado que a las demás que ha hecho en este tiempo. Como cuenta a 'Yasss', para todas ellas lleva un mismo proceso que se divide en tres partes. La primera de ellas, la de la preparación. “Cada momento del año hay un cielo diferente, por lo que busco el objeto que me interesa fotografiar a través de diferentes softwares que monitorizan el firmamento y dicen dónde se encuentran”, explica.
La segunda es la de la toma de fotos. En ella, realiza “el número máximo de exposiciones con el número máximo de tiempo de exposición. Algo que hace que la foto salga más nítida y con más color. Cuanto más tiempo, mejor”.
Y, por último, la fase de edición. “Esta es casi más importante que la segunda. Utilizo diferentes programas y al final realizo una especie de engranaje. Cada software tiene una función: uno para el tratamiento de la imagen, otro para quitarle ruido, otro para ponerle o quitarle estrellas, etc. Pasa por muchos procesos hasta que llego a la foto final”, termina.
Antes de alcanzar ese reconocimiento, cuenta que tuvo que aprender mucho tanto de fotografía como de astronomía. Al final, se trataba de unas pasiones que habían nacido recientemente y sobre las que no tenía mucho conocimiento.
Ese verano se pasó todo el día viendo vídeos de YouTube de astrofísica en los que le explicaban todo lo que necesitaba saber del cielo. Y también se compró “libros digeribles” de esta temática para ampliar sus conocimientos. Porque, para poder conseguir esas imágenes, era necesario saber mucho de astronomía.
También se compró un telescopio, pero a día de hoy sostiene que fue un error de principiante. “Para los que quieran iniciarse en este mundo, lo que recomiendo es disfrutar esos primeros días frente al cielo estrellado. Y, al llegar a casa, buscar eso que hemos tenido encima. E intentar responderse a preguntas que nos hayan podido surgir”, explica.
Y añade: “Y si eso te gusta, quizá comparte unos prismáticos o un pequeño telescopio. A través de ahí podrás ir dando pequeños pasos para ir adentrándote en el cielo. Y, si lo que te gusta es la fotografía, empezar con un trípode y una cámara normal. O si te gusta ver, con un telescopio normal. Es importante informarte mucho, pero más importante es disfrutar”.
Por último, pide que se le deje espacio para lanzar un mensaje. Uno que no tiene que ver con sus fotos ni con él mismo, sino con la labor de las asociaciones astronómicas. “Después de la pandemia la mayoría lo pasaron bastante mal. Son asociaciones formadas por apasionados de la astronomía que no recibimos un euro. Hacen una labor increíble y de manera totalmente desinteresada. Creo que son muy buena forma de acercarse al mundo de la astronomía”, termina.