El majestuoso ataúd en madera de cedro del Líbano en el que reposó durante casi tres milenios el faraón Ramsés II ha viajado excepcionalmente desde El Cairo a París para iluminar una gran muestra en torno a esta emblemática figura que construyó los templos de Abu Simbel.
El faraón que más tiempo reinó (66 años, del 1279 aC-1213 aC) y el que tuvo una vida más larga (falleció a los 91) fue también el más respetado y adulado del Antiguo Egipto por su conquistas y por las impresionantes construcciones que dejó.
Su fascinante legado está patente en la exposición “Ramsés y el oro de los faraones” que se ha organizado en la gran nave de la Villette del viernes 7 de abril hasta el 6 de septiembre.
Ese mismo espacio del noreste de París fue el que recibió en 2019 la muestra del faraón Tutankamón (la más vista de la historia de París con 1,3 millones de entradas). La de Ramsés contará con 180 objetos relacionados con el monarca. El más emblemático y valioso de ellos, su ataúd.
“Mide más de dos metros y acogía la momia del rey, que tenía una altura bastante considerable para la época, 1,71 metros”, contó a EFE Bénédicte Lhoyer, egiptóloga francesa y asesora científica de la exposición.
El féretro es “incluso más antiguo” que el propio Ramsés II, aclaró Lhoyer: La tumba original había sido saqueada poco después de su entierro y sustituida por una del inventario real, en la que el faraón reposó durante 2.900 años hasta que fue hallada por una familia de saqueadores egipcios en la Valle de los Reyes a finales del siglo XIX.
Por eso el rostro esculpido en el ataúd no corresponde al de Ramsés II, sino a alguno de los soberanos de la dinastía anterior, la número XVIII.
Este majestuoso ataúd raramente abandona el museo de El Cairo. La primera vez que lo hizo fue precisamente para una exposición en el Grand Palais de París, en 1976, en un gesto de reconocimiento del Gobierno egipcio hacia Francia por haber tratado a la momia de Ramsés de una crítica plaga de hongos.