Las diez plagas , conocidas también como las diez plagas o las plagas de Egipto, conforman un relato religioso, que según el Antiguo Testamento y la Torá, narra cómo el Dios hebreo infligió a los ciudadanos del reino de Egipto una serie de calamidades, con el fin de que el gobernante dejara libres a los esclavos hebreos y les permitiera salir de la nación. Este relato se relaciona con la celebración de la Pascua por parte de cristianos y judíos y, aunque desde un punto de vista religioso no es necesaria más prueba que la fe para creer en ella, desde el punto de vista científico parece que existe la posibilidad de que esas calamidades fueran fruto de fenómenos naturales reales. ¿Qué hay de cierto en el relato sobre las 10 plagas de Egipto? Ahora también las hay, que conste: mosquitos tigre en Ibiza, avispones asesinos en EEUU, demosquitos tigre en Ibizaavispones asesinos en EEUU langostas en Pakistán
Una de las plagas -la primera plaga-, consistió, según los textos religiosos, en convertir el agua en sangre: en el Éxodo se narra que Moisés golpeó el río Nilo con su bastón y que con ello sus aguas se convirtieron en sangre, provocando que todos los peces murieran y que el agua resultara imposible de beber para los egipcios. Sin embargo, es posible que estos efectos se debieran a una plaga de algas rojas o ‘marea roja’, que provoca la aparición de toxinas perjudiciales para la fauna marina. Los vapores provocados por este alga pueden provocar, además, problemas respiratorios.
Otro relato muy conocido es el de la lluvia de ranas, segunda plaga generada por Moisés en Egipto. Lo que no está claro es que este fenómeno no pueda suceder por causas naturales: de hecho, las lluvias de ranas son relativamente frecuentes en el ámbito de las ‘lluvias raras’. Un ejemplo es la lluvia de ranas que se produjo en 1915 en Gibraltar, según la revista científica Nature, o la que ocurrió en 1981 en Nauplia, Grecia, y luego en Serbia, en 2005.
La tercera plaga provocada por Moisés tuvo a los piojos o a las pulgas como protagonistas (todo depende de la traducción de la palabra hebrea 'Keenim'). La explicación científica tiene que ver con las plagas previas: si Egipto ya había sido asolada por algas rojas y lluvias de ranas, no es de extrañar que aumentara también la presencia de estos organismos, dado que las ranas comen moscas, y éstas juegan un papel importante a la hora de regular la expansión de piojos y las pulgas. También se dice que estos insectos son atraídos por las malas condiciones higiénicas, debido a los cientos de peces muertos en lagos, ríos y mares.
De otro lado, teniendo en cuenta la elevada presencia de estos parásitos en Egipto que recoge el relato, tiene sentido que las siguientes plagas bíblicas se sucedieran. La cuarta plaga estuvo protagonizada por animales salvajes, un concepto que nuevamente emana de una palabra hebrea algo ambigua (‘Arov') y que puede abarcar desde mosquitos hasta serpientes y escorpiones, pasando por leones u osos. La mayor afluencia de estos animales podía deberse a que éstos huyeran de las plagas de insectos, arrasando con todo lo que encontraran a su paso.
En cuanto a la quinta plaga, la misteriosa enfermedad que provocó que el ganado enfermara (también lanzada por Moisés, según los textos religiosos), ésta se explica por las infecciones derivadas de los animales muertos y la falta de agua limpia. En concreto, la enfermedad que afectó a Egipto en aquel momento podría haber sido la peste bovina, extremadamente letal y causada por un virus que durante los siglos XVIII y XIX arrasó con las poblaciones de ganado vacuno en África y Europa.
En el caso de la sexta plaga, la aparición de forúnculos cubriendo la piel de los egipcios, su causante podría ser la bacteria Staphylococcus aureus, que suele vivir en la piel humana pero que puede llegar a provocar infecciones. También un brote de viruela, enfermedad ya erradicada pero muy mortífera y contagiosa.
Llegamos a la séptima plaga, la lluvia de fuego que provocó, según la Biblia, daños tanto en los habitantes de Egipto como en animales y árboles. Una posible explicación es la erupción volcánica que tuvo lugar hace 3.500 años en Santorini, una isla situada al norte de Creta en el Mar Egeo. En cuanto a la octava plaga, las langostas, una posible explicación es que la erupción del volcán provocara unas condiciones climatológicas óptimas (lluvia y humedad intensas) para el desarrollo de este animal.
La novena plaga fue la oscuridad. Y ésta pudo tener su origen en la propia ceniza en suspensión, o también en un eclipse solar. Las escrituras hablan de una oscuridad muy intensa que duró tres días: casualmente, el 5 de marzo del año 1223 a.C. se produjo un eclipse de estas características. Por último, con respecto a la décima plaga o la matanza de los primogénitos, en este caso las escrituras relatan que el hijo mayor de cada casa egipcia habría perecido tras un aviso previo de Moisés al faraón. La explicación científica, según un estudio publicado en 2003 en la revista Clinical Microbiology Reviews, se encuentra en el exceso de algas rojas, que pudo liberar toxinas potencialmente letales que habrían contaminado el grano de trigo, volviéndolo mortal. A ello se suma el hecho de que los primogénitos eran los primeros en recoger el grano, por lo que eran los más expuestos a esa toxicidad.