Los últimos datos recogidos demuestran que la pandemia ha dado lugar a la limpieza a fondo. Casi la mitad de los estadounidenses tiene ahora mayor conciencia de las áreas de su casa que necesitan limpieza y el 59% ha adoptado prácticas de limpieza nuevas o más frecuentes.
Meg Pritchard admite que no se preocupaba de la limpieza a fondo de su casa de Elkins Park, en Pensilvania, hasta que empezó el covid. Esta primavera, cuando te propongas hacer limpieza general, no te olvides de estos siete puntos clave (y a menudo ignorados) de tu hogar.
Aunque los platos y los cubiertos salgan impecables, es posible que tu lavavajillas esté sucio. Los investigadores han descubierto que los lavavajillas suelen contener bacterias que se asocian a problemas de salud, desde intoxicaciones alimentarias hasta infecciones de la piel.
"La comida se queda atrapada y puede desprender olores. Terminas lavando tus platos con suciedad acumulada", comenta Haley F. Oliver, profesora de Ciencias Alimentarias en Purdue University.
Para eliminar las partículas de alimentos atrapadas, desatornilla la rejilla del fondo del lavavajillas y retira el filtro; frótalo con un cepillo y detergente para platos y déjalo secar. Oliver recomienda limpiar el filtro del lavavajillas una vez a la semana.
Después de aclarar el filtro, limpia el interior del lavavajillas. Llena una taza apta para lavavajillas con vinagre blanco y enciende el aparato usando un ciclo "normal" con agua caliente para que los restos de jabón y grasa se despeguen del interior.
Seguro que desincrustar los restos quemados del fondo del horno y limpiar la capa de grasa de la puerta no es la tarea más apetecible de entre todo lo que hay que hacer. Oliver señala que el horno alcanza temperaturas tan elevadas que las bacterias no pueden sobrevivir en su interior, pero los gérmenes no son la única razón por la cual tenemos que poner las esponjas a trabajar.
"Un pedazo de comida quemada en el fondo del horno puede estropearte un delicioso plato delicado", advierte Oliver. La grasa de un horno sucio también podría provocar un incendio.
La función de limpieza automática del horno es un buen punto de partida, pero nada puede superar la eficacia de un buen frotado manual. Los detergentes para horno suelen contener sustancias químicas muy abrasivas, pero el jugo de limón, el bicarbonato y el vinagre tienen el mismo efecto y no contaminarán el siguiente plato con sabor a productos químicos.
Es cierto que prender el ventilador del techo nos permite disfrutar de una agradable brisa en una tarde cálida y húmeda, pero también esparce el polvo y el polen acumulados sobre sus aspas. Y los estornudos y el picor de garganta no tardarán en llegar.
"Los ventiladores de techo pueden causar problemas porque aumentan la circulación de alérgenos que se transportan por el aire", afirma el doctor Hugh H. Windom, alergólogo y fundador de Windom Allergy, Asthma and Sinus Specialists, en Sarasota (Florida, EEUU).
Para que no se esparza las alergias cada vez que prendas el ventilador del techo, limpia bien las aspas con un paño húmedo.
Estas bolsas que usas normalmente y que nunca has lavado son un verdadero caldo de cultivo para las bacterias. En una prueba, la cantidad de bacterias se multiplicó por 10 cuando una bolsa con restos de jugo de carne se quedó en el maletero durante dos horas.
"En muchas bolsas reutilizables encontramos más bacterias E.coli y fecales que en la ropa interior", explica Charles Gerba, microbiólogo y profesor en la universidad de Arizona. "Si utilizas las mismas bolsas para transportar productos cárnicos crudos y verduras frescas, podrías preparar una ensalada de salmonela muy fácilmente", puntualiza.
Gerba aconseja usar bolsas de tela que puedan lavarse en la lavadora y lavarlas con agua caliente después de cada uso. También es buena idea designar bolsas separadas para la carne y las verduras.
Todos sabemos que un filtro lleno de pelusa es un peligro de incendios, por eso lo vaciamos religiosamente después de cada secado. Pero, ¿cuándo fue la última vez que limpiaste el tubo de ventilación? La pelusa también puede quedarse atrapada en la salida de ventilación que va de la secadora al exterior de la casa, y se calcula que no mantener esos tubos limpios genera pérdidas de 35 millones de dólares al año por causa de incendios.
Usa un cepillo pequeño con un mango largo para retirar la pelusa del tubo de ventilación (o contrata a un profesional). La buena noticia es que solo se tiene que limpiar cada tres meses.
Aunque la persona promedio cambia la ropa de cama cada 24 días, la gran mayoría no presta atención al colchón. De hecho, un estudio de 2018 publicado en Royal Society Open Science comparó el número de bacterias detectadas en camas de chimpancés con el número encontrado en camas de humanos. Los primates duermen en entornos más higiénicos, con solo un 3,5% de bacterias procedentes de su piel, saliva y heces, una cifra mucho menor que el 35% detectado en las camas humanas.
Para limpiar tu colchón, retira las sábanas y aspira el colchón entero, prestando especial atención a las fisuras donde pueden acumularse el polvo y la suciedad. Usa un quitamanchas para tratar las manchas. Espolvorea bicarbonato por la superficie del colchón para eliminar los olores, y aspira de nuevo para retirarlo. Repite todo el proceso cada seis meses.
Es posible que la esponja de tu cocina esté más sucia que las superficies que limpias con ella. En un estudio, los investigadores identificaron 309 especies de bacterias distintas, desde salmonela hasta listeria, en las esponjas de cocina.
"Las bacterias se multiplican exponencialmente porque [las esponjas] son húmedas y siempre tienen restos de comida con los que las bacterias pueden alimentarse", explica Gerba.
Sí, meter la esponja en el microondas puede matar algunas bacterias, pero cambiar tu esponja de cocina repleta de gérmenes regularmente es una mejor solución. Los estudios indican que las bacterias más resistentes pueden sobrevivir al truco del microondas, lo que dejará a tu esponja más apestosa y con más gérmenes.
Según Gerba, la acumulación de bacterias alcanza su punto más alto a los tres días. Después de ese período, deberías sustituir tu esponja por una nueva. Nadie quiere pasar más tiempo limpiando, pero el esfuerzo extra vale la pena: disfrutarás de una casa más saludable.