El otoño es tiempo de lluvias… y de setas. Muchas personas disfrutan de ellas gracias a poder comprarlas en el mercado, pero para otros, recoger las setas directamente en el monte es toda una experiencia que les ayuda a conectar con la naturaleza, disfrutando de una actividad de temporada.
Aprovechar los primeros rayos de sol para disfrutar de la naturaleza en estado puro, de un paseo que ayude a llenar los pulmones de aire limpio, descubriendo los olores y colores únicos de esta época del año y que van cambiando conforme avanza el día.
Quienes habitualmente van al monte a recogerlas lo sabrán de sobra, pero para muchas personas será toda una sorpresa descubrir que hay zonas acotadas en las que es necesario obtener un permiso para poder recoger setas porque el aprovechamiento micológico está regulado. En estos lugares es importante conseguir un permiso previo que nos permita recogerlas sin arriesgarnos a ser multados por ello.
Si queremos acudir al monte a recoger setas, es importante llevar calzado adecuado, ropa de abrigo, pero cómoda y que nos permita movernos con facilidad, pero también una cesta y una navajita. La navaja es para cortar el pie de la seta y así evitar dañar la raíz o arrancarla, y la cesta, además de ser el perfecto recipiente para las setas, facilitará que las esporas se extiendan mientras caminamos, ayudando a que las setas sigan reproduciéndose en las próximas temporadas y siempre haya para recoger.
Igual que cuidamos la ropa que nos ponemos e investigamos lo que podemos necesitar, es buena idea asegurarnos de que tenemos los permisos necesarios para recoger setas si la zona escogida para ello así lo requiere, solicitando el nuestro donde corresponda. Cada Comunidad Autónoma tiene su propia normativa, por lo que conviene informarse antes, porque en algunos casos, si es la primera vez que se solicita el permiso, será necesario acudir a su Ayuntamiento para informarse adecuadamente.
Por ejemplo, en Andalucía, si se recogen menos de seis kilos y es para consumo propio, no se necesita autorización, pero si se quieren recoger trufas, la cosa cambia porque hay una normativa específica. En Castilla y León existe un servicio conocido como Micocyl, una web (que también tiene app) desde la que se pueden obtener las licencias de diferentes tipos, desde las de uno o dos días, hasta las de temporada.
En general, a través de las páginas web que las Comunidades Autónomas han habilitado para tal fin se puede conseguir toda la información y, en la mayoría de los casos, también solicitar los permisos. En muchas ocasiones es también posible obtener la licencia en bares, casas rurales u hostales de la zona.
En cualquier caso, antes de dirigirse a áreas micológicas privadas, es recomendable consultar las páginas web de la comunidad autónoma correspondiente, porque, como decimos, no tener los permisos adecuados puede salir bastante caro, de hecho, las multas por ello pueden oscilar entre los 1000 y 3000 euros. Conviene apuntar que, por mucho permiso que hayamos obtenido, no conviene comernos nada de lo recogido si no estamos seguros de que es completamente seguro.