Contar con una piscina en la que poder refrescarnos en los momentos de más calor es un privilegio que mucha gente disfruta sin tener que salir de casa. Cada vez son más habituales las piscinas de pequeño tamaño (o no tan pequeño) que refrescan casas de verano y jardines, una suerte que no está exenta de trabajo, pues mantenerla en las mejores condiciones exige un poco de esfuerzo y bastantes cuidados.
Uno de los elementos que no conviene descuidar es el pH del agua de la piscina, que debería estar entre 7,2 y 7,4. Esto hay que mirarlo de manera periódica y hacer todo lo posible por subirlo si está demasiado bajo, porque de no mantenerse en estos niveles, podría causar daños en las instalaciones, pero también en los bañistas.
Si el pH de la piscina está más bajo de lo recomendable, puede provocar irritaciones en los ojos y la piel, sequedad, picor e incluso erupciones cutáneas en los casos más extremos. Como señalábamos antes, también puede dañar la propia piscina, porque el agua con un pH más bajo puede resultar corrosiva para los componentes metálicos de la piscina.
Puede provocar manchas oscuras en paredes y suelos, que el agua se vea más turbia, pero también que los productos de mantenimiento pierdan su efecto con mayor rapidez, dejando de ser efectivos, por lo que habría que aplicarlos más a menudo, aumentando los gastos que ya de por sí tiene el mantenimiento de una piscina.
Es importante verificar que la piscina tenga el pH adecuado y hacerlos con un sistema que sepamos que está en buenas condiciones, siguiendo las indicaciones que nos señalan. En caso de que indique que el pH está bajo y es necesario elevarlo, hay algunas cosas que podemos hacer para que vuelva a ser perfecto para el baño.
Muchas son las causas que pueden hacer que el pH de la piscina sea demasiado bajo, desde la climatología hasta los propios bañistas, por lo que es importante asegurarnos de manera periódica que todo es adecuado para el baño y seguro en nuestra piscina. Por eso, si necesitamos aumentar el pH, hay algunas cosas que podemos poner en práctica para conseguirlo.
Una de ellas es acudir a un establecimiento dedicado al cuidado de piscinas y adquirir un líquido pH+ o incrementador de pH. Siguiendo las instrucciones que nos señalan cómo calcular la cantidad necesaria a añadir en función del volumen de la piscina, habrá que añadirlo en el agua y mejor hacerlo poco a poco.
Los expertos también recomiendan ‘airear el agua’, ayudándote con una manguera dirigida hacia la superficie del agua para que se airee el CO₂ acumulado en el agua. También se pueden emplear métodos que muevan el agua y tendrá que hacerse durante varios días, por lo que es un proceso más lento y bastante más costoso, por lo menos si hablamos de esfuerzo.
Si la alcalinidad sigue siendo baja (debe estar entre 125 ppm y 150 ppm), también se puede añadir bicarbonato de sodio: 1,8 kg de bicarbonato de sodio por cada 100 m³ de agua aumentan en 10 ppm la alcalinidad total.