Las cocinas modernas en las que nos manejamos hoy en día cuentan cada vez con más electrodomésticos. A los frigoríficos, los hornos, las lavadoras y los lavavajillas se sumaron, años después -hacia mitad de la década de los 40-, los microondas, cuyo calor, según indica un reciente estudio, no elimina las bacterias que tiene en su interior.
Además de los hervidores de agua y los robots de cocina, si existe algún aparato que triunfa actualmente son las freidoras de aire, aunque hay que elegir bien el sitio donde se colocan para evitar problemas. De hecho, hace escasas fechas, han retirado casi 300.000 freidoras por estar defectuosas y suponer una amenaza de incendio o quemaduras.
Al haber tantos electrodomésticos conectados en una misma regleta, el riesgo de una subida de tensión es mayor y los expertos advierten de un incremento en la probabilidad de que se origine un fuego. Por ello, es fundamental que dichos productos eléctricos cuenten con este símbolo de seguridad.
No cabe duda de que es importante conocer el gasto de cada aparato que mantenemos conectado a la corriente. Sin embargo, más allá del consumo, uno de los electrodomésticos que posiblemente más utilizamos se ha convertido también en un 'enemigo' sigiloso.
Nos referimos a la tostadora, que emplea resistencias eléctricas que se calientan a altas temperaturas para lograr que se dore el pan. De este modo, resulta aconsejable que se desenchufe por completo tras su uso y no se deje conectada aunque se encuentre apagada.
Las tostadoras acumulan muchas migas que terminan en la bandeja de residuos o enganchadas entre los compartimentos, cuando estos aún siguen conservando el calor. Y son pocas las personas que limpian de forma habitual y minuciosa dicho utensilio, por lo que es uno de los que más rápidamente pueden dar lugar a las llamas.
Otro motivo para no mantener este aparato con corriente es que si un fallo técnico provoca que las resistencias continúen calentando, incluso si no se está utilizando, generaría una sobrecarga eléctrica. Es decir, aumentaría las posibilidades de un incendio en la cocina.
Cabe destacar que el mantenimiento juega un papel clave a la hora de prolongar la vida útil de los electrodomésticos. Por ello, en cuanto a la tostadora se refiere, lo recomendable es eliminar los restos de pan cada vez que la usemos. Desde ComputerHoy subrayan que si suelta humo sin tener migas, tarda demasiado en enfriarse o los cables están dañados, es el momento de remplazarla.
Aunque podamos consultar el manual que se adjunta para conocer las instrucciones de empleo, hay que señalar que la limpieza de una tostadora por dentro no es una tarea especialmente ardua. Necesitaremos un paño, agua, jabón neutro, un cepillo de dientes, sal gruesa y vinagre o bicarbonato.
Resulta obvio, pero no está de más apuntar que el electrodoméstico tiene que estar frío y desenchufado. Sobre un papel colocado en la encimera volcaremos la tostadora para que caigan todos los residuos de pan. Podemos moverla y darle algún golpecito suave para ayudar a las migas atascadas.
A continuación, sacaremos la bandeja y la fregaremos con agua y jabón neutro, secándola bien antes de volver a ponerla. Con un cepillo de dientes un poco humedecido, frotaremos las paredes internas.
Con el objetivo de eliminar la grasa y los restos más antiguos, utilizaremos unos granos de sal gorda. Después de echar la sal, pondremos de nuevo la tostadora boca abajo para sacudirla suavemente. Debemos asegurarnos de que no dejamos restos de sal puesto que pueden dañar el aparato.
En caso de que el exterior sea de plástico, mezclaremos agua y bicarbonato para frotar con una esponja suave. Si el material es de acero inoxidable, pasaremos un trapo (que no deje pelusas) tras mojarlo con agua y vinagre.
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