Los badenes son probablemente uno de los elementos que se pueden encontrar en la calzada que más odian los conductores. Y es que, a pesar de su importancia para reducir los accidentes producidos por un exceso de velocidad en las vías urbanas, lo cierto es que resultan muy incómodos para la conducción y un peligro para la suspensión de los vehículos.
Por esa razón, hay que tener mucho cuidado con el modo de circular cuando nos encontramos con un badén. En primer lugar porque los hay de diversos tipos y no todos afectan del mismo modo al automóvil. Y en segundo término, porque hacerlo de una manera incorrecta –generalmente a mayor velocidad– pueden terminar por provocar una avería en la suspensión e incluso un golpe en el suelo del coche.
Principales recomendaciones para conducir sobre un badén
Cualquier conductor se encuentra cada día con badenes en su camino, especialmente si se mueve por entornos urbanos. Por lo tanto, es conveniente atender a algunas recomendaciones para evitar cualquier problema en el coche:
Reducir la velocidad. Aunque es un consejo casi obvio, se trata de la regla más importante. Al acercarse a un badén hay que reducir la velocidad. Aproximarse demasiado rápido puede causar un impacto brusco que dañe la suspensión, los neumáticos y otros componentes del vehículo, además del peligro que supone para los viandantes. La velocidad recomendada varía según el tamaño del badén, pero en general, mantener una velocidad de entre 5 y 10 km/h es seguro. En algunos se puede pasar más rápido, pero el conductor debe conocerlos y saber que si circula a 15 o 20 km/h no va a ocurrir nada –manteniendo siempre la atención para no suponer un peligro–.
Reducir la velocidad no significa pegar un frenazo antes de llegar, sino que conviene aminorar la marcha paulatinamente. De lo contrario, puede darse el caso de frenar demasiado tarde y que perjudique a los bajos del coche.
Ángulo de entrada. Podría parecer que abordar el badén primero con una rueda y después con la otra va a reducir el impacto, pero nada más lejos de la realidad, ya que la carga no se distribuye de un modo más uniforme sobre la suspensión. Por lo tanto, lo mejor es acercarse despacio y sortearlo en el sentido de la marcha que se lleva.
No frenar sobre el badén. Es importante no frenar justo en el momento en que el vehículo está sobre el badén, pues puede provocar que se transfiera el peso del vehículo hacia la parte delantera, aumentando el impacto en la suspensión. Esto nos lleva al primer consejo, es decir, a reducir la velocidad antes de llegar y luego soltar ligeramente mientras se atraviesa.
Mantener el control del volante. Ambas manos deben estar sobre el volante y mantener un control firme. De ese modo se controla la dirección y se evitan movimientos bruscos que pueden desestabilizar al vehículo y provocar que la suspensión sufra más de lo necesario.
Comprobar el estado del badén. Algunos badenes se pueden encontrar en mal estado, con bordes desgastados o superficies irregulares. Por ello conviene llegar a una velocidad escasa que dé tiempo a un rápido análisis antes de cruzarlo. De ese modo, el conductor estará preparado para hacerlo de la manera más adecuada y por el lugar que menos dañe al vehículo.
Acelerar suavemente. Una vez que las ruedas traseras hayan pasado el badén, se debe acelerar suavemente para recuperar la velocidad.
Finalmente, si el vehículo tiene una suspensión baja, hay que considerar reducir aún más la velocidad y pasar por el badén en un ángulo ligeramente oblicuo para minimizar el impacto. A fin de cuentas, cada persona debe conocer su coche y cuál es el modo más acertado para circular con él.