¿Cómo proteger tu casa de las plagas?

Con la llegada de la primavera es posible que nos encontremos con alguna que otra sorpresa desagradable en casa, especialmente en lo tocante a las plagas. Junto con el verano, es en esta época cuando es más fácil que nuestra casa se convierta en un criadero indeseado de bichos y roedores. Las temperaturas más cálidas y el aumento de la humedad pueden estimular la reproducción y el crecimiento de insectos como las hormigas, las termitas, las cucarachas y las arañas.

Hay algunas señales en las que podemos fijarnos. Presencia de heces, mordeduras en cables eléctricos, signos de que la madera de algún mueble ha sido roída, senderos de hormigas en las juntas de la cocina, más telarañas de lo habitual, incluso la presencia de olores que no son frecuentes. Si hay manchas de sangre seca o excrementos en las sábanas es probable que hablemos de palabras mayores: cucarachas o, peor, chinches.

Nunca hay que coger ciertos muebles de la calle

El propio subtítulo ya explica una de las situaciones más desagradables con las que podemos toparnos si decidimos traernos a casa uno de esos muebles que nadie quiere, tan fáciles de encontrar en algunos contenedores. Dos opciones, y ninguna agradable: termitas o chinches. Cuidado con cargar con el típico sofá con relleno o la clásica cómoda “esto lo restauro en dos tardes”. Puede que hayan sido abandonados ahí por una buena razón.

Aprovecha tus plantas

Lavanda, menta, cristantemo, albahaca, hierba gatera, citronela… un buen número de plantas sirven como repelentes naturales de insectos, como las cucarachas o los mosquitos. Podemos aprovecharnos de ellas para, en cierto modo, prevenir que aparezcan. Tanto si las mantenemos en maceta como si las secamos y fabricamos bolsas de olor y las colocamos en zonas estratégicas.

La despensa es importante

Lo primero será sacar todos los botes y artículos de la despensa para pasarles un trapo y limpiarlos a fondo. No está de más desinfectarla con agua tibia y jabón, con una pequeña proporción de vinagre. A continuación, revisaremos los alimentos, especialmente los que hayan caducado. Los desecharemos. Debemos asegurarnos de que la despensa está bien ventilada y no quedan restos de humedad o de líquido que pueda salir de alguna fuga.

En cuanto al almacenamiento, es recomendable guardar cada alimento en recipientes herméticos, tarros de cristal con buen cierre o bolsas selladas. Así evitaremos que los roedores o los insectos accedan al interior. La harina, el arroz, los cereales y los que sean ricos en azúcar (las galletas, por ejemplo) son un imán para los gorgojos.

Limpieza a fondo

No está de más recordar que la limpieza profunda de la casa evitará ese proceso de incubación que necesitan muchas plagas para manifestarse. Hablamos de algo más que pasar la bayeta o barrer. En este caso, tocará también desinfectar suelos, limpiar en seco las alfombras y las superficies tapizadas, revisar las zonas de difícil acceso en las que no reparamos habitualmente. ¿Hace cuánto que nadie limpia detrás de la nevera o de la lavadora o revisas la parte baja del sofá?

Piensa en dónde puede crear un escondite una cucaracha, un ratón o una hormiga, y acertarás. Es justo ahí donde debes centrar los esfuerzos de limpieza y desinfección.

Cuidado con la humedad

Hay que prestar especial atención a los lugares donde puede acumularse comida o humedad, esto es: ciertos rincones de la cocina o el baño donde es más fácil que crezca moho o prolifere algún tipo de insecto. La cocina, por ejemplo, suele ser más cálida que otras zonas de la casa, y justamente allí es donde es más sencillo que se nos pasen restos de alimentos que no hemos limpiado en anteriores pasadas. Ahí es donde irán primero insectos como las cucarachas o las hormigas, tanto para alimentarse de los restos como para crear sus nidos.