Una casa con plantas es una casa con una energía especial. No solo son un estupendo complemento, ideales en decoración para darle un toque de color a nuestro hogar, también lo llenan de vida, ayudan a renovar el oxígeno y aportan buenas vibraciones.
A pesar de todo lo que tienen para ofrecer, también tiene un aspecto menos positivo y es que requieren atención y cuidados y, si estos no son los adecuados, será complicado que la planta sobreviva.
Por mucho que nos guste una planta en concreto, si nuestra casa no tienen las condiciones de luz, aire y humedad que esta necesita, será muy complicado que pueda sobrevivir y florecer. Tampoco será sencillo que salga adelante si no conocemos sus necesidades, cada cuánto hay que regarla, abonarla o si es necesario podarla.
No es mala idea hacer un pequeño trabajo de investigación previo a llevar la planta a casa, por nuestra cuenta o, en caso de comprarlo en lugares especializados, preguntando a los dependientes y expertos, que serán quienes mejor podrán ayudarnos.
Cuidar de las plantas para que estén lo mejor posible requiere atención por nuestra parte, por ejemplo, no todo el mundo sabe reconocer cuándo necesitan agua o si las están regando lo suficiente.
Es más probable dañas las plantas por exceso de riego que por defecto, pero esto también puede suceder. Dejar secar el sustrato antes de regar suele ser una pauta que funciona bastante bien para evitar dañar nuestras plantas, pero si quieres conocer algunos de los signos que señalan que es momento de regar, estos tips pueden ayudar.
Los primeros signos de la falta de agua pueden aparecer en las hojas, pueden empezar a marchitarse e incluso a caerse y las hojas brillantes volverse opacas; otra señal es que los bordes comienzan a amarillear y los pétalos a caerse antes de tiempo. Con el tiempo esto puede volverse más notable e incluso permanente.
Esta carencia de agua puede causar daños graves, por ejemplo cuando las hojas se comienzan a caer o cuando los tallos languidecen, volviéndose más susceptibles a daños de insectos y enfermedades. Si las plantas crecen más despacio o sus frutos son demasiado pequeños o escasos, esto puede deberse a una falta de agua.
Una falta de agua también se aprecia en la turgencia de las hojas y tallos que pierden rigidez. Si es una falta de agua puntual, recuperarán su aspecto habitual tras el riego.
La tierra también puede avisarnos de que es necesario regar nuestras plantas, como hemos señalado es buena idea dejar que se seque antes de regar, uno o dos centímetros de sustrato seco serán suficientes, por lo que no es necesario dejar que se seque toda la tierra que tiene la maceta. Igual que no conviene quedarse corto, tampoco es buena idea pasarse con el riego, lo que podría estar pasando si vemos que la tierra tienen moho o mosquitas o que las hojas cercanas a la raíz tienen manchas.