¿Cómo hay que limpiar las macetas antes de volver a usarlas?

  • Antes de transplantar una planta en una maceta que queremos volver a utilizar, debemos limpiarla y desinfectarla bien para evitar problemas

  • Te explicamos algunos trucos para darle una segunda vida a tus macetas

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A la hora de cuidar de nuestras plantas, ya sean de interior o en un jardín o huerto, es fundamental preparar las macetas antes de volver a usarlas. Si no lo hacemos en el momento adecuado, podemos afrontar distintos problemas y perjudicar seriamente su crecimiento y su salud.

Tanto si queremos reutilizarlas para almacenaje como si toca trasplantar en una maceta más grande, hay algunos pasos que debemos seguir para que el proceso sea lo más higiénico posible.

Por qué debes limpiar tus macetas cada cierto tiempo

Las macetas ‘agarran’ focos de contaminación cruzada con cierta facilidad. Con el tiempo, los restos de sustrato o tierra vieja pueden retener patógenos, esporas de hongos e incluso larvas y huevos de diferentes insectos. La limpieza nos permite acotar el peligro de plagas e infestaciones y mejorar la capacidad del propio sustrato para retener y liberar nutrientes.

Es frecuente también que acumulen residuos de sales minerales del agua de riego y los fertilizantes en las paredes, y a veces incluso observaremos que la maceta tiene obstruidos los agujeros de drenaje. Realizar un mantenimiento periódico nos va a permitir airear el sustrato; evitar el encharcamiento y otros problemas muy típicos, como las raíces que se han podrido por exceso de humedad.

En cuanto al desgaste, como cualquier otro objeto, pasado el tiempo es frecuente apreciar grietas en la superficie del material con el que estén fabricadas. Esto no nos interesa, porque, como en cualquiera de los escenarios anteriores, lo que queremos es que nuestras plantas se desarrollen sanas y fuertes y su crecimiento sea sostenido. Son seres vivos. En nuestro propio interés está trabajar por su bienestar.

Así debes limpiar tus macetas viejas para darles una segunda vida

Si las macetas tienen manchas difíciles, puedes hacer una pasta de bicarbonato de sodio y agua para frotar las paredes. Este primer limpiado con un agente abrasivo suele ser bastante efectivo. Además, deberíamos considerar una ´rotación’ del sustrato para evitar que se repitan ciertas enfermedades con la nueva planta.

Para las macetas que hayan contenido plantas con plagas, algunos expertos recomiendan sumergirlas en una solución fungicida o bactericida después de limpiarlas.

Necesitaremos:

  • Agua.
  • Cepillo de cerdas duras o de alambre
  • Guantes de jardinería
  • Detergente suave
  • Vinagre blanco.
  • Una esponja o estropajo.
  1. Vacía la maceta retirando cuidadosamente la planta y deshaciéndote del sustrato viejo. Puedes usar una pala de mano para facilitar este proceso. Si hay raíces densas o compactas, afloja el sustrato suavemente para evitar dañarlas.
  2. A continuación, sacúdela para eliminar cualquier residuo seco o trozos de tierra adheridos a las paredes. Usa el cepillo de cerdas duras para quitar los restos.
  3. Llena un recipiente con una solución de agua y detergente suave.
  4. Sumerge la maceta en esta solución y déjala en remojo durante al menos 30 minutos. Este paso te ayudará a ablandar la capa de suciedad y tierra seca y eliminar cualquier residuo de fertilizantes o sales minerales.
  5. Con el cepillo de alambre, friega tanto el interior como el exterior de las macetas. Presta especial atención a las esquinas y grietas, donde puede haberse acumulado más suciedad.
  6. Enjuaga a fondo con agua limpia para eliminar cualquier residuo de jabón.
  7. El último paso es la desinfección, si quieres una limpieza más profunda que te asegure que la maceta esté completamente libre de patógenos y restos fúngicos. Mezcla una parte de vinagre blanco con tres partes de agua y utiliza esta solución para enjuagarla por última vez.
  8. Deja que se seque al aire completamente antes de volver a llenarlas con tierra. Esto es crucial, ya que las macetas húmedas pueden ser un caldo de cultivo para el crecimiento de hongos y bacterias.