Google Maps se ha convertido por derecho propio en una de las herramientas imprescindibles de cualquier teléfono. Su uso va mucho más allá del mero mapa interactivo en tiempo real donde buscamos una dirección o el nombre de una calle. Por tanto, es imprescindible tener la aplicación configurada de forma correcta. Solo así vamos a poder sacarle todo el potencial a herramientas tipo ‘Cómo llegar’ o a nuestro historial de ubicaciones.
La brújula es otro de esos caballos de batalla, ya que a veces da problemas y funciona mal por la estimación errónea del GPS y la conectividad fallida con las redes Wifi que la aplicación realiza en segundo plano. Es un incordio, porque en última instancia nos desorienta más que nos ayuda, y gastamos una valiosa cantidad de minutos intentando entender por qué la navegación no nos está señalando la dirección correcta.
Vamos a explorar una de las formas más sencillas de configurar este elemento de la aplicación.
Para entender por qué la brújula no nos sitúa correctamente y nos desorienta, hay que entender cómo calcula nuestra posición y dirección en el mapa.
Esta herramienta depende fundamentalmente del magnetómetro de nuestro móvil, que le permite saber el punto cardinal en el que estamos (o está nuestro teléfono) respecto al norte magnético, como haría cualquier brújula física.
En esencia, utiliza el campo magnético de la Tierra para indicar la dirección del norte magnético, y combina esta información con los datos de los sensores de orientación de nuestro terminal para mejorar la precisión de la dirección que nos muestra Google Maps cuando estamos consultando el mapa.
Si el cálculo está fallando, significa que probablemente hay un elemento externo interfiriendo directamente en la capacidad de calibración. Por ejemplo, si estamos cerca de un campo magnético o un imán de cierta potencia, hay interferencias electromagnéticas o se producen cambios bruscos en el cálculo de nuestra posición, la precisión de la brújula empezará a hacer aguas. También puede reducir su eficacia cuando la calidad de la señal de GPS o de las redes wifi es mala, algo bastante frecuente. En ese momento, el teléfono suele darnos un aviso para indicarnos que le está costando establecer nuestra posición.
Antes de empezar con el calibrado, asegúrate de tener la aplicación Google Maps instalada y actualizada en tu dispositivo móvil.
Además, debes tener activada la función de GPS. La encontrarás en el menú ‘Ubicación’. Asegúrate de pulsar en la pestaña ‘Ubicación precisa’, para que tanto el mapa como la brújula puedan calcular con total fiabilidad la posición de tu teléfono.