El invierno es una época fría, por lo que las bebidas calientes viven en esta época del año su mejor momento. Sentarse a disfrutar de la velada pudiendo rodear una taza calentita con las manos es uno de esos placeres que suelen pasarse por alto hasta el mismo momento en el que lo disfrutamos y nos planteamos por qué no lo hacemos más a menudo.
En el caso del vino caliente, podemos pedirlo cuando salimos a tomar algo fuera de casa, pero es al calor del hogar cuando de verdad se disfruta de esta bebida típica de los países nórdicos. Una deliciosa manera de calentar el cuerpo con una bebida dulce y que podemos adaptar a nuestros gustos si aprendemos a hacerla en casa.
Esta bebida no es un descubrimiento reciente, de hecho lleva años formando parte de las tradiciones de algunos países e incluso lo tomaban los romanos en la antigüedad. Es ideal para los meses más fríos del año y supone una manera distinta de disfrutar de una bebida dulce y una forma diferente de tomar vino.
Puede que las personas más tradicionales no entiendan la necesidad de añadirle especias al vino o de tomarlo caliente, sin embargo, conviene entender que no se trata de sustituir una forma de tomarlo por otra, sino de descubrir nuevos sabores y disfrutar el vino de otra forma. Por supuesto, no es obligatorio que nos guste más, pero no se descarta que pueda suceder.
No es una receta complicada, lo que hace que prepararlo en casa resulte más atractivo que comprarlo ya hacho. Si lo hacemos nosotros mismos podremos adaptar la receta, añadir o quitar las especias que no sean de nuestro agrado o calcular la cantidad de azúcar a añadir, para que la bebida no resulte demasiado dulce, o sea todo lo dulce que nos gusta.
Además, uno de los puntos a favor de esta bebida es que nos permite dar salida a ese vino de calidad media que no es demasiado bueno, pero tampoco tan malo como para no usarlo.
Para preparar un delicioso vino especiado necesitamos, evidentemente, un vino tinto de nuestra elección, pero también azúcar moreno, la piel de una naranja y varias especias, entre las que no suele faltar la canela, el clavo o la vainilla, pero a la que también se pueden sumar el cardamomo, el laurel, el anís o la nuez moscada.
Hay que colocar las especias en una cazuela, añadir el azúcar (en torno a 60 u 80 gramos por cada 750 ml de vino) y calentar hasta que comiencen a salir los aromas. Después se cubre con un poco de vino y se mezcla hasta disolver el azúcar; añade el resto del vino y con el fuego al mínimo, se deja una media hora al fuego, evitando que hierva. Una vez preparado, se rectifica de azúcar si fuera necesario y se cuela para eliminar los restos de especias.
Las recetas para preparar el vino caliente son tan variadas como la combinación de especias que cada uno quiera usar. Las recetas más básicas solo llevan la piel de la naranja (lavada previamente), el azúcar, las ramas de canela y el anís, pero como ya hemos comentado, se prepara al gusto de cada cual, por lo que puedes ir probando distintas combinaciones de especias hasta dar con la perfecta para ti.