Si hasta ahora viajar era una experiencia sencilla, puede que con un bebé a bordo deje de serlo, sobre todo si quieres que todo siga siendo como antes. Un bebé te cambia la vida y por eso toca aprender de nuevo cómo hacer algunas cosas, como viajar.
No es una misión imposible, pero sí que puede suponer un reto viajar con un bebé, sobre todo cuando es en avión, donde no podemos parar de vez en cuando a estirar las piernas como cuando vamos en coche. La situación suele ser incómoda, tememos que llore, que moleste y, sobre todo, que pase un mal rato, por eso nada mejor que conocer algunos trucos, consejos y guías a seguir para hacer esta experiencia lo más llevadera posible para todos los implicados.
A no ser que sea estrictamente necesario, no se recomienda que los recién nacidos viajen en avión, por lo menos hasta los siete días de vida, aunque lo ideal es esperar hasta que el pequeño o pequeña tenga un par de meses.
Los niños pequeños no tienen que pagar por viajar en avión (hasta los dos años), por lo que tampoco tienen asiento. Esto hace que sea necesario que viajen sobre las piernas de un adulto responsable y con un cinturón de seguridad especial que se engancha al del padre, madre o tutor.
Los aviones tienen normas a la hora de permitirnos introducir líquidos en el avión, pero en el caso de los alimentos necesarios para el bebé esto no será así. Está permitido llevar la leche para el bebé en el equipaje de mano y, aunque no es necesario llevarlo en una bolsa transparente, sí que tendremos que llevarlo a mano en caso de registro. Se permite llevar leche para bebés, leche en polvo, agua esterilizada y comida.
Para evitar problemas, lo mejor es planificar, por eso adelantarse a posibles situaciones complicadas es la clave. Por ejemplo, es habitual sufrir molestias en los oídos por los cambios de presión, algo que también afecta a los peques, no es mala idea aprovechar esos momentos para que succionen, ya sea el biberón, el chupete o el pecho.
Las rutinas son esenciales para ellos, por lo que respetarlas durante el viaje es esencial, ya sean sus rutinas de sueño o alimentación.
La ropa escogida es también importante, el bebé tiene que estar cómodo (que no te preocupe llevarle en pijama si el vuelo es de noche y planeas que duerma) y la ropa tiene que ser apta para la temperatura de la cabina. Hay que tener opciones tanto por si el aire acondicionado es muy fuerte como si sucede lo mismo con la calefacción.
Lleva siempre a mano un kit con lo imprescindible, desde pañales a toallitas, pasando por ropa para cambios, bolsas para mareos o un kit de primeros auxilios. No olvides también algún juguete para que se distraiga.
La calma es esencial, si el progenitor está nervioso el niño lo notará y será más complicado que se relaje durante una experiencia que es nueva para él. A pesar de todos los esfuerzos, los bebés lloran, por lo que puede que sea necesario lidiar con esta situación, no conviene dejar que pueda con nosotros, la paciencia y la calma serán las mejores consejeras.