Desde que comienzan a bajar las temperaturas hasta que suben otra vez, las calles se llenan de un olor característico, el de las castañas asadas. Es toda una tradición dejarse llevar por el delicioso olor hasta caer en la tentación de comprar unas cuantas, un truco ideal para calentar las manos, pero también el cuerpo.
Esto hace que nos planteemos la posibilidad de tomarlas también en nuestra casa, llevando esa agradable sensación a otros momentos de nuestro día a día. Nada mejor que acompañar la merienda con unas castañas o usarlas de snack mientras vemos una película o nuestra serie preferida.
Comprarlas para prepararlas en casa implica tener un poco más de cuidado para evitar que se pongan malas antes de tiempo. Saber conservarlas crudas es clave para poder comerlas cuando queramos, sin tener que darnos un atracón para evitar tener que tirarlas.
Antes de conservar las castañas, tenemos que comprarlas. Conviene asegurarse de que comemos primero las que están a punto y conservamos las que pueden durar un poco más de tiempo, para ello convine mirar la cáscara. Estará en su punto si la piel es tersa y sin manchas y se notan firmes al tacto. Por el contrario, si están huecas o blandas, ya estarán algo pasadas.
Hay muchos métodos para conservas las castañas ya asadas, o en su jugo o en almíbar. Sin embargo, cuando lo que queremos es conservarlas crudas, porque no queremos quitarnos ninguna posibilidad para prepararlas más adelante, hay algunas opciones que pueden ayudarnos a que estén en perfectas condiciones.
Se recomienda conservarlas en un lugar fresco y seco, por ello, lo mejor, nada más comprarlas o llevarlas a casa es meterlas en un ceso o un recipiente agujereado para que circule el aire, evitando meterlas en una bolsa de plástico. En algunos casos esto no evita la aparición de gusanos, por lo que se puede envolver las castañas en un paño de algodón. Eso sí, este sistema aumenta la posibilidad de que se pudran.
En la misma cesta o recipiente se pueden meter en la nevera y se conservarán hasta un mes.
Aunque pueda parecer sorprendente, las castañas también pueden congelarse. De este modo estaremos alargando su vida útil por más tiempo. El sistema no es complicado y se pueden congelar tanto con cáscara como sin ella. La manera más sencilla es meter las castañas tal y como están en una bolsa de plástico de congelados y de ahí, al congelador.
También podemos emplear un recipiente hermético apto para este electrodoméstico. Una vez que las queramos comer, solo tendremos que sacarlas y, si las queremos asadas, podemos ponerlas a cocinar directamente, sin esperar a que se descongelen.
Podemos congelarlas también sin piel, para lo que tendremos que pelarlas, lo que puede resultar más costoso. Para que sea más sencillo, puedes escaldarlas, haciendo un corte en la cáscara con un cuchillo afilado y metiéndolas en una cazuela con agua cuando rompa a hervir.