Repostar combustible es una actividad habitual en la vida de aquellos que poseen un vehículo, y el pertinente permiso para conducirlo en las vías públicas. Sin embargo, tras reponer gasolina puede surgir la duda sobre la exactitud de la cantidad de combustible que se ha suministrado en comparación con lo que indica el medidor de la estación de servicio. Por supuesto, existe mecanismos que nos permiten verificar que la cantidad de combustible que hemos repostado corresponde con lo indicado por los medidores de las estaciones de servicio.
Las estaciones de servicio utilizan tanto medidores electrónicos, como mecánicos, para medir la cantidad de combustible que se suministra a un vehículo. Estos medidores deben estar calibrados y certificados por las autoridades competentes para asegurar su precisión.
Además, debe existir un método de comprobación en toda estación de servicio, tal y como estipula el Real Decreto 1905/1995. Este establece en su artículo 6.2 que "Toda estación de servicio o unidad de suministro deberá tener a disposición del público las medidas de comprobación legalmente aprobadas y hojas de reclamaciones". El problema es que no establece un método de control ‘oficial’.
Las estaciones de servicio tienen varias formas de demostrar que la cantidad de combustible despachada es la pagada, aunque la más extendida es la prueba de la probeta. Esta consiste en un recipiente de 10 litros de capacidad que está calibrado y certificado. En este recipiente podemos echar el combustible, en lugar de vertirlo directamente en el depósito, demostrando que la cantidad de combustible que ha salido del surtidor es la correcta.
En caso de no coincidir los valores marcados por el surtidor y lo depositado en la probeta, esta prueba sería suficiente para poner una denuncia a la estación de servicio, siendo las multas por ello bastante cuantiosas
Además de la prueba de la probeta, hay estaciones de servicio que disponen de otras formas de demostrar que la cantidad de combustible liberada es la pagada. Un ejemplo de ello son las mangueras transparentes, que permiten visualizar el flujo de combustible. Además los medidores electrónicos deben estar debidamente certificados, y podemos solicitar dicho certificado o buscar una etiqueta o sello que indique la última fecha de calibración.
En cualquier caso, lo más recomendable si tenemos dudas es pedir siempre el ticket de compra, lo que nos permitirá mantener un registro y servirá como prueba en caso de existir discrepancias. Además, conviene que realicemos un seguimiento al consumo de nuestro vehículo, bien a través del ordenador de a bordo, o con aplicaciones para móviles que sirven para dicho fin, con el objetivo de comprobar el rendimiento del combustible que hemos recargado.
Al final, ser conscientes de los litros de combustible que repostamos es clave a la hora de planificar nuestros viajes, por lo que un fallo a la hora de repostar puede hacer que toda nuestra planificación se vaya al traste, con el consiguiente peligro que ello conlleva.