Lo sabe bien el conductor experto. El invierno es una de las peores épocas del año para arrancar un coche, ya que el frío es un agente que afecta directamente a algunos componentes de nuestro vehículo, como la batería, y dificulta el trabajo de arrancar el motor. Dejar el vehículo a resguardo en una plaza de garaje o un parquin siempre es mejor que tenerlo en el exterior aparcado en una zona expuesta a cualquier agente meteorológico. Una noche fría o una nevada intensa podrían dejarnos en una situación crítica: el coche no tira y nos quedamos vendidos, sin apenas margen de maniobra.
A la hora de arrancar el coche bajo condiciones meteorológicas adversas, debemos tomar una serie de precauciones para evitar dañar los componentes y preservar su vida útil. Del efecto del frío no se libra ni el mejor motor diésel, y por eso es tan importante seguir las recomendaciones que te damos a continuación para conservar la mecánica en el mejor estado posible.
Primero y fundamental: hay que conservar siempre la carga de la batería, cuidarla al máximo para que agote su vida útil y, sobre todo, prevenir un cortocircuito por frío. Para ello, es importante que establezcas una rutina fija cada vez que abandones el vehículo. Recuerda apagar todos componentes electrónicos: luces interiores y exteriores, radio, limpiaparabrisas, calefacción y aire acondicionado, con los mandos en el cero.
Si alguna vez te has preguntado por qué tu coche no quiere arrancar cuando hace mucho frío y ha helado durante la noche, la respuesta la tienes en la temperatura de la batería. Fría equivale a inútil, ya que no puede trabajar y transmitirle energía al motor de ninguna forma.
Existen varias soluciones para calentarla, unas más caseras y artesanales que otras. La primera, usar la llave de arranque para encender solo la parte eléctrica del coche y dejar que la batería se vaya calentando.
Otra opción es introducir paños calientes en una bolsa hermética y, como si fuera una manta eléctrica que usas para irradiar una zona, aplicar calor a las piezas. Por último, podemos calentar la batería con un secador de pelo, aplicando el flujo térmico de aire caliente a cierta distancia, unos 15 cm. Por descontado, prohibido mojarla.
Siempre hay que evitar forzar el arranque. Si no lo consigues a la primera, espera al menos 18 segundos antes de intentarlo otra vez. La batería aplica el pico de potencia en los segundos iniciales. Si alargas el arranque harás que pierda muchísima potencia.
Es mejor encenderlo con arrancadas cortas. Si no surte efecto, prueba otra vez como te indicamos: dándole tiempo entre intentona e intentona. En época de frío intenso, la valvulina, que es por lo general muy densa, se toma algo de tiempo para calentarse y alcanzar la temperatura correcta. No te será fácil arrancar el coche si fuerzas el arranque y no tienes paciencia.
Muchos conductores tienden a encender el motor con prisa y buscan que el coche responda de inmediato. Es un error. Es importante ser prudentes y dejar que pasen unos segundos para que el motor gire y se caliente y el aceite del cárter se reparta por el coche. Con esta espera ‘reglamentaria’ lograremos que se lubriquen los componentes y evitaremos desgastarlos.
El segundo aspecto a considerar es nuestra forma de usar el embrague. Siempre podemos arrancar en punto muerto, pero tanto en invierno como en verano es mejor hacerlo apretando a fondo el embrague para quitarle trabajo al motor y hacerle sufrir menos, ya que tendrá que mover menos peso al desacoplar la transmisión.
Al liberar al motor del sobreesfuerzo que supone mover el embrague por sí mismo y repartir el aceite (valvulina), ahorraremos energía y favoreceremos la conservación en buen estado de nuestro vehículo.