La Dirección General de Tráfico continúa con su cruzada para disminuir lo máximo posible el número de accidentes y fallecidos en las carreteras españolas. Y una de las medidas que más ha calado en los últimos años ha sido el control de la velocidad. Para ello han puesto en marcha todo tipo de estrategias que tienen como objetivo disuadir a los conductores de no exceder los límites. Una de ellas son los radares en cascada, los cuales mejoran la efectividad de los radares habituales.
En este punto y antes de explicar cómo funcionan los radares en cascada, conviene apuntar un dato importante. Según publica epdata el número de personas fallecidas en el verano de 2022 –época en la que se realizan más desplazamientos– fue de 225, una cifra que contrasta con las 362 de 2010, las 904 del año 2000 o las 1.276 de 1991.
Respecto a esta modalidad de radares, su colocación tiene una razón muy clara. La ubicación de los radares fijos es pública y además en las carreteras se avisa a los conductores de su presencia. Esto provoca que los automóviles que transitan a una velocidad superior a la permitida, frenen repentinamente –con el peligro que supone cuando el tráfico es denso–. El problema que la DGT encuentra es que, al conocerse el lugar exacto donde se encuentra instalado el radar fijo, muchos conductores deceleran para, una vez pasado el control de velocidad, volver a pisar el acelerador, superando nuevamente el límite de la vía.
Para frenar esta práctica, se han comenzado a utilizar los radares en cascada, cuyo funcionamiento resulta tan sencillo como obvio. El modus operandi de esta técnica es el siguiente: pocos kilómetros después del radar fijo se coloca uno móvil, de manera que los automóviles que aceleran una vez que pasan el primer control de velocidad pueden ser sancionados por exceso de velocidad.
Como hemos apuntado, el lugar donde se encuentran los radares fijos es público e incluso los navegadores avisan de esa ubicación. Sin embargo, los radares móviles no aparecen publicados en ninguna parte, con lo que su localización depende de la propia información que aporten los conductores en aplicaciones o en redes sociales. Esto les hace más efectivos, aunque pasado un tiempo, quienes acostumbran a frenar al pasar frente a un radar fijo, probablemente conozcan la existencia del siguiente y su eficacia irá decayendo poco a poco.
Por otro lado, también existe el caso de que el radar móvil se coloca antes del fijo, de manera que el frenazo para evitar la multa por exceso de velocidad no servirá de nada, ya que el infractor habrá sido “cazado” con anterioridad.
Además de los radares en cascada, otra de las opciones para que los conductores mantengan la velocidad señalada son los radares de tramo. Esta modalidad coge la matrícula del vehículo al inicio de un tramo determinado de la vía y mide el tiempo que tarda en recorrer la distancia que cubren los radares situados al comienzo y al final. Si la media es superior a la permitida, el conductor puede ser sancionado.