El cielo naranja es un fenómeno que se produce cuando la luz del sol atraviesa una capa de aire con muchas partículas en suspensión, como polvo, ceniza, arcilla o arena. Estas partículas dispersan la luz de forma diferente según su longitud de onda, y hacen que los colores con longitudes de onda más cortas, como el violeta y el azul, se pierdan en el camino. En cambio, los colores con longitudes de onda más largas, como el amarillo y el naranja, llegan hasta nuestros ojos y tiñen el cielo de esos tonos cálidos.
El cielo naranja puede ocurrir por varias razones. Una de ellas es la calima, que es cuando el viento transporta partículas desde zonas desérticas hasta otras regiones. Otra es la contaminación atmosférica, que aumenta la cantidad de partículas en el aire por la quema de combustibles fósiles o la actividad industrial. Una tercera es la erupción volcánica, que libera ceniza y gases a la atmósfera y puede afectar al clima global. Y una cuarta es la posición del sol en el horizonte, que hace que la luz tenga que atravesar más aire y se dispersen más los colores.
El cielo naranja puede tener efectos positivos y negativos. Por un lado, puede crear paisajes espectaculares al amanecer y al atardecer, y puede ser un indicador de buen tiempo o de un cambio meteorológico. Por otro lado, puede reducir la visibilidad, afectar a la salud respiratoria de las personas sensibles o alérgicas, y alterar el equilibrio térmico de la Tierra al reflejar o absorber más radiación solar.
La calima es un fenómeno meteorológico que se produce cuando hay polvo y arena en suspensión en la atmósfera. Las partículas provocan que el aire tenga un aspecto opaco y turbio y que el cielo se vea de color amarillento o anaranjado. En nuestro país, la calima se caracteriza normalmente por el aire seco y cálido procedente del desierto del Sáhara.
El origen de la calima procede de grandes áreas del desierto. Para que ocurra un episodio de calima deben coexistir los siguientes dos factores climatológicos: tormentas de arena en el desierto que provocan la suspensión de las partículas en enormes cantidades, y vientos alisios que transportan esas partículas hacia el océano Atlántico y las islas Canarias o, de manera menos común, hacia la península Ibérica.
Existen diferentes tipos de calima dependiendo de la formación y las características. Se distinguen dos tipos principales: la calima de tipo A, que se forma por el efecto del polvo, la arena y las sales que hay en el ambiente de forma natural; y la calima de tipo B, que se produce por la contaminación o las cenizas de algún incendio.
La calima puede tener efectos negativos en la salud de las personas, especialmente en las que sufren problemas respiratorios o alergias. Las partículas en suspensión pueden irritar los ojos, la nariz y la garganta, y dificultar la respiración. Además, la calima reduce la visibilidad y puede afectar a la conducción y a la navegación. También puede provocar lluvia de barro cuando se producen precipitaciones durante un episodio de calima, lo que ensucia las superficies y los cultivos.