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¿Alguna vez has visto un volcán de barro? Si lo has hecho, eres de los pocos. No hay muchos lugares en el mundo que reúnan las condiciones para que se formen. Hace poco un oficial del servicio forestal de India compartió una imagen en Twitter de unas burbujas emergiendo del suelo y, al minuto, varias personas le hacían la misma pregunta: ¿Cómo se forma?
Los hay en unas cuantas islas de India, por lo que iban respondiendo a este tuit los usuarios: la de Baratang y las que forman el archipiélago de Andamán y Nicobar. Pero no es el único país donde se pueden observar.
Si alguna vez has estado o escuchado hablar de Yellowstone, sabrás que esconde mucho misterio. Parte del parque se encuentra encima de una caldera que se formó hace miles de años, y entre sus géiseres (cráteres que escupen columnas de agua ardiendo), hay uno que en vez de agua expulsa barro. Se llama el Mud Geyser (mud es barro en inglés), y en ocasiones lanza el barro con tanta potencia que llega a los 15 metros de altura.
Otro país que tiene unos cuantos es Azerbaiyán. Concretamente, cientos. Los llaman yanardagh (que se traduce literalmente volcán de lodo), y son típicos en muchas zonas del entorno del Mar Caspio. De hecho, hay unas ocho que son volcanes de barro por origen.
En general, aunque Yellowstone es una excepción, no se formaron por una erupción volcánica. Allí ascienden por el calor debajo de la superficie pero no es lo general.
En realidad, estos volcanes o burbujas de lodo lo que expulsan son arcillas que emergen porque la tierra en esa zona contiene gases: hidrocarburos, metano, o sulfurosos. Para entendernos, la presión va aumentando en el suelo hasta entrar en erupción, no como un volcán de lava, sino de manera mucho más tenue y sin resultar peligroso.
De hecho, hay muchas zonas del mundo donde la gente se baña tranquilamente en estas formaciones, como es popular en Colombia o Italia. Esto es porque la arcilla que asciende de la tierra es sumamente hidratada, de ahí que forme charcos enormes.
Eso sí, si eres delicado y no te gusta ensuciarte, ni te acerques. Se queda muy pegado y hay que rascar con ganas para que salga.