Las autoridades sanitarias cuentan actualmente con las llamadas vacunas contra la covid de primera generación, las que fueron creadas para combatir la variante originada en Wuhan y cuando no existía todavía la conocida variante delta, que ya es la predominante.
Las vacunas ya aprobadas, son intramusculares y previenen la enfermedad grave de covid, por lo que se reduce el riesgo de hospitalización y de fallecer. No obstante, no evitan por completo el contagio y la transmisión.
A estos fármacos se les unirán en los próximos meses las llamadas vacunas de segunda generación; aquellas que están camino de ser aprobadas, como la vacuna de Novavax, o que están todavía en fase de ensayo, como una de las que desarrolla el CSIC, que se administrará vía nasal.
El doctor Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Sociedad Española de Vacunología, aseguró el pasado jueves que para lograr una inmunidad esterilizante frente a la covid19, "habrá que esperar a las vacunas de segunda generación". El especialista puso de ejemplo el suero intranasal desarrollado por el CSIC.
El equipo dirigido por el virólogo del CSIC, Luis Enjuanes, trabaja una fórmula que destaca porque utiliza varios antígenos del propio virus para inmunizar a las personas. El fármaco es autoamplificable, se puede multiplicar hasta 5.000 veces la dosis inicial, y es intranasal, se inhala por la nariz a través de un spray en lugar de inocularse con una aguja.
Actualmente hay 12 vacunas intranasales en ensayo, del total de 300 fármacos que se prueban en todo el mundo. Estas vacunas tienen muchas ventajas para hacer frente a los virus respiratorios, como es el SARS-CoV-2, según los expertos.
Respecto a las ventajas, genera una inmunidad "esterilizante", es decir, las personas vacunadas no solo no enferman, sino que tampoco se infectan del SARS-CoV-2 ni transmiten el virus. La vacuna produce en la mucosa la inmunoglobulina tipo A (IgA). Su aplicación intranasal da mayor protección en las vías respiratorias, la principal puerta de entrada del coronavirus.
Las vacunas autorizadas actualmente son intramusculapres, por lo que inducen a una una inmunidad sistémica caracterizada por anticuerpos de tipo IgM, IgG y células T. Esto quiere decir que protegen contra la enfermedad pero no tan bien contra la infección.
La diferencia de las vacunas mucosales es que estas pueden inducir tanto la inmunidad mucosal, evitar la infección, como la sistémica, la enfermedad. Un dato que se recoge en los informes de la vacuna de Oxford administrada vía intranasal en animales.
Las vacunas intranasales, no obstante, también presentan desventajas. No está claro que las vacunas inhaladas puedan activar tan fuertemente los linfocitos T como las intramusculares. Algunos estudios ya han detectado anticuerpos IgA en la leche materna de mujeres vacunadas y por tanto no se descarta que las vacunas actuales también generen inmunidad mucosal.
Otra desventaja es que las vacunas intranasales en spray son mucho más difíciles de dosificar, pues es complicado medir la cantidad de antígenos administrada. Un estornudo tras la inhalación podría socavar la inmunización. También es más difícil de medir la inmunoglobulina A, parámetro que indica si la vacuna funciona.
Para muchos expertos, las vacunas intranasales son una opción para combatir al virus porque saldrán adaptadas a las actuales variantes. No obstante, algunos creen que no serán fundamentales para acabar con la pandemia, ya que el virus puede convertirse en endémico.
La clave, apuntan los expertos, es combinar diferentes tipos vacunas para inducir diferentes tipos de inmunidad, siempre y cuando se compruebe previamente su seguridad y eficacia. Otra cuestión que se contempla es que las vacunas intranasales sean las que se administren como dosis de refuerzo a las personas con el sistema inmunitario debilitado. Las autoridades sanitarias analizarán el nuevo escenario.