El río Manzanares se está recuperando en los últimos años después de que los árboles fueron muriendo asfixiados a lo largo de su caudal hace no demasiado. Revive su curso, y revive su fauna. Cada vez da más gusto verlo, especialmente tras las recientes lluvias, y ahora además los madrileños podremos disfrutar de una especie que, a pesar de ser autóctona, rara vez veíamos chapotear en sus aguas: las tortugas ‘galápago leproso’ (Mauremys leprosa).
Dar un paseo por la Pedriza o Colmenar Viejo al borde del río Manzanares es un gustazo últimamente. Sus aguas se han limpiado con el confinamiento y su caudal ha sumado unos 1.500 hectómetros cúbicos de agua con respecto al 2019 por estas fechas (alrededor de un 13%). Poco a poco, vuelve a ser el hábitat que era de unas 50 especies de aves y, ahora también, de las tortugas que se van liberando por tandas.
A las 22 que el Ayuntamiento había soltado, se han sumado este mes otras 8 junto al puente de los Franceses. Previamente estos animales se estaban criando en el hospital de fauna salvaje del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA) de Majadahonda, hasta que se garantizase que el río volvía a ser seguro para esta especie protegida.
La imagen del curso del Manzanares ha cambiado mucho en el último lustro. En 2015 daba pena verlo. Medio vacío y con buena parte de su vegetación muerta. Esto ocurría porque un tapón en su convergencia con el Arroyo de Trofa (uno de sus afluentes) bloqueaba los sedimentos, y al no llegar estos a una parte del río, los árboles se asfixiaban.
Con la suelta de especies que originalmente nadaban por sus aguas se pretende diversificar la fauna del río y devolverle su gracia ahora que por fin reúne las condiciones para la proliferación de especies como la entrañable tortuga ‘galápago leproso’. Ya el año pasado veíamos imágenes de su recuperación como la siguiente: