Seguridad, eficiencia y control: los espacios inteligentes van a cambiar nuestra vida
Los espacios inteligentes hace uso de las últimas tecnologías para mejorar nuestra calidad de vida: menos impacto ambiental, mejor comunicación... ¿Qué tienen de bueno (y de malo)?
Vivimos en plena cuarta revolución industrial y, en un contexto donde la realidad virtual, el Internet de las Cosas y otras muchas novedades se implantan cada vez con más fuerza en nuestra sociedad, no es extraño que esa revolución afecte también a la forma en que concebimos los espacios. Por eso, cuando hablamos de arquitectura y diseño (de interiores y hasta de ciudades enteras), existe un nuevo concepto que tener en cuenta: los espacios inteligentes. ¿Qué son y cuales son las características de los espacios inteligentes? ¿Cuál es el alcance de su potencial en un sentido positivo... y también en el negativo?
Espacios inteligentes: qué son y cuales son sus características
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Cuando hablamos de espacios inteligentes o smart places hacemos referencia a entornos en los que la tecnología más vanguardista o propia de esta cuarta revolución industrial se encuentra integrada en su diseño, permitiendo al usuario interactuar con el entorno de forma amigable, en respuesta a sus necesidades. Novedades como los gemelos digitales (réplica virtual de un producto, servicio o proceso que simula el comportamiento de su homólogo físico, con el objetivo de monitorizarlo, analizar su reacción ante determinadas situaciones y mejorar su rendimiento y eficacia), la realidad virtual y aumentada o las soluciones de construcción inteligente y ecológica, son parte de estos procesos. De hecho, se espera que el mercado de los espacios inteligentes crezca a una tasa de crecimiento anual de más del 16 por ciento hasta 2024, según la firma Market Research Future.
La clave está en extender el uso de la tecnología de vanguardia a nuestro favor, facilitando nuestro día a día y democratizando el uso de estas herramientas fruto de la innovación. Con todo, existen barreras que superar: mucha de la tecnología (y conocimientos) necesarios para implementar estas soluciones resultan aun demasiado caros. Así, los costes de implementación son aún elevados, y se precisa contar con profesionales altamente especializados y con una gran experiencia técnica. También existen retos éticos: tecnologías como la videovigilancia o la geolocalización se encuentran en el punto de mira de muchos actores sociales.
¿Cuáles son los usos de los espacios inteligentes?
Más allá de las herramientas concretas utilizadas en cada caso, existen ciertas aspiraciones clave a las que tratan de dar respuesta y cabida los espacios inteligentes en este momento. Estas son algunas de ellas:
- Eficiencia energética
Un espacio inteligente debe buscar la eficiencia energética, usando a su favor todo lo que la innovación tecnológica nos ofrece. No hay límites al respecto, pero sí tendencias. Por ejemplo, el desarrollo de sistemas de monitorización que permitan medir, de forma no invasiva, la eficiencia energética de cada espacio.
También el desarrollo de sistemas de gestión del consumo energético, que permiten controlar los distintos subsistemas (luz, climatización, generación de energía renovable, etc.) y coordinarlos entre sí, llegando a un compromiso entre confort, coste energético e impacto ambiental. Este tipo de sistemas tienen también en cuenta factores externos, como el clima, las condiciones meteorológicas, el momento del año... Es posible incluso el intercambio de energía entre edificios, así como el almacenamiento de energía procedente de las fuentes con que cuenta esa propia construcción.
Estas son algunas tendencias, pero el abanico de posibilidades es infinito. Afortunadamente, la rapidez con que avanza la tecnología en las últimas décadas nos mueve hacia nuevos paradigmas constantemente.
- Gestión de emergencias
La gestión de emergencias es otro de los puntos clave para este tipo de espacios. Existen sistemas de evacuación basados en algoritmos inteligentes de detección de incidencias (incendios, focos de violencia, etc.) que permiten desalojar mucho más rápido grandes infraestructuras (recintos deportivos, aeropuertos, estaciones de metro, etc.) Para ello, se utilizan tecnologías como el uso de Internet of Things (IoT) y el Big Data para el desarrollo sistemas integrales capaces de proponer en cada momento las alternativas más seguras para los ciudadanos en espacios de este tipo, pero también en barrios, edificios de oficinas, etc.
Estos sistemas permiten el envío de reglas de actuación a los distintos dispositivos conectados y la gestión del ciclo de vida de las evacuaciones. Las cámaras de alta tecnología (térmicas e hiperespectrales) y los dispositivos de señalización dinámicos son elementos clave en este tipo de gestión.
- Gestión de la seguridad
Se trata del segmento que crecerá más rápidamente, según la firma Market Research Future. Hilado con el anterior, pero centrado en el mantenimiento de la seguridad (y no tanto en la gestión de incidencias de gran calado), una de las tendencias pasa por utilizar soluciones de detección fijas, móviles y portátiles, lo que permite dar forma y personalizar aplicaciones específicas para cada necesidad utilizando plataformas de gestión centralizada. Cámaras de seguridad, gestión del tráfico (detección de matrículas, velocidad, etc.), gestión centralizada de servicios como el alumbrado (muy importante para la seguridad nocturna)...
Con estas herramientas es posible crear ciudades inteligentes, donde emerge una conciencia situacional y en las que se realizan operaciones basadas en datos en el espacio de la seguridad pública. Carreteras e intersecciones, hasta calles, edificios y espacios públicos pueden contar con este tipo de soluciones de detección inteligente.
¿Qué retos plantea la gestión inteligente de espacios?
Quizás uno de los grandes retos, peligros y capacidades de este tipo de tecnología aplicada a la gestión de espacios es su capacidad para volverse invisible: las herramientas de última generación tienen el potencial necesario para integrarse de forma natural en nuestras vidas y fundirse en nuestro día a día, algo que puede resultar positivo o negativo en función de los usos e intenciones de quienes las implanten.
Por ejemplo, la videovigilancia aplicada a las ciudades o a las fronteras genera cuestiones éticas no resueltas. Otrade las facetas más polémicas de la gestión inteligente de espacios es la gestión de la identidad (control de accesos, seguimiento de personas y monitorización de sus accesos y ubicación, también en tiempo real). Existe, en este sentido, la posibilidad de utilizar para fines publicitarios la información que generan las cámaras de seguridad públicas, con fines de mercado y de segmentación de clientes basados en el análisis de características como edad, sexo, expresión facial o presencia de gafas. Algo similar a lo que ya ocurre en Internet.
Quizás el paradigma del tipo de sociedad a la que potencialmente podríamos llegar se encuentre en espacios inteligentes como los generados en China, donde el control basado en la tecnología es férreo y la protección de datos no existe tal y como la entendemos en Europa.
Tal la cara más amable de esta tendencia, junto con la gestión energética, sea la personalización de espacios: un espacio inteligente puede ‘aprender’ las preferencias de sus usuarios y facilitárselas. Por ejemplo, en cuanto a la temperatura o iluminación, gestión de necesidades en materia de bienes y servicios, etc. También ofrecen grandes mejoras en cuanto a nuestra comunicación, tendentes a la videopresencia y a la conectividad desde cualquier lugar, algo que puede ayudar a reducir nuestro impacto ambiental mediante la reducción de desplazamientos.