Un patógeno de los más destructivos para la biodiversidad que se han observado nunca ha estado matando a los anfibios de todo el mundo. Alrededor de 500 especies de ranas y sapos que, tras desaparecer, han dejado un trágico balance de casos de malaria en humanos. ¿Qué relación hay entre ambos sucesos?
El hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatis) es una especie invasora procedente de Asia que ha afectado sobre todo a América Central, donde se concentran un tercio de las 8.000 especies de anfibios que se conocen.
De alguna manera, el declive de ranas y sapos documentado en la década de los 80 en Centroamérica parece estar relacionado con los brotes de malaria en los humanos en Costa Rica y Panamá en los años posteriores.
Así, a finales de 2020, investigadores de la Universidad de California en Davis expusieron la Unión Geofísica Americana los resultados de un análisis de la posible relación existente entre malaria en humanos y muerte de anfibios en un periodo que va de 1976 a 2016, y sus resultados parecen bastante concluyentes.
Las poblaciones de anfibios empezaron a menguar en Centroamérica en la década de los 80 a causa de este hongo. Paralelamente, “a nivel de cantón en Costa Rica y a nivel de distrito en Panamá, la incidencia esperada de malaria aumentó durante ocho años después de las pérdidas de anfibios, alcanzando un máximo de 1 caso adicional por cada 1.000 habitantes", publica un artículo de la Universidad de Yale.
Lo que estos resultados sugieren es que, a menor número de sapos y ranas que se coman a los mosquitos portadores de la malaria, mayor incidencia de la enfermedad habrá en humanos. El impacto del hongo quitridio va, por tanto, mucho más allá de una simple pandemia en los anfibios: ha causado el mayor brote de malaria en estos dos países que se haya reportado nunca.
El artículo que relaciona ambos sucesos está pendiente de revisión, pero está siendo secundado por científicos que recuerdan que “la pérdida de biodiversidad puede afectar directamente la salud humana”, como ha recalcado en su blog la plataforma Mosquito Alert, que hace un seguimiento de las poblaciones de este insecto en España con la participación ciudadana y de diferentes centros de investigación como CREAF.