En España podemos presumir de tener el observatorio con el cielo más oscuro de todo el mundo: el Observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma. El enclave se ha seleccionado después de analizar un total de 44 lugares de observación del planeta.
El cielo nocturno no es completamente oscuro. Incluso en los lugares más remotos existe un brillo del cielo producido tanto por componentes naturales de origen terrestre o extraterrestre, como por emisión de luz artificial resultado de la actividad humana.
Aunque las principales fuentes brillantes como la Luna, la Vía Láctea o la Luz Zodiacal son fácilmente reconocibles, existe un resplandor que domina el brillo del cielo en las noches más oscuras, producido en las capas altas de la atmósfera y cuya variabilidad depende de forma compleja de factores como la época del año, la localización geográfica o el ciclo solar.
Los ciclos solares se rigen por periodos de actividad de 11 años. Hablamos de máximo solar cuando la actividad del Sol crece, aparecen manchas en su superficie y la emisión de su radiación aumenta, lo que altera las moléculas de la atmósfera terrestre y se produce un aumento del brillo del cielo nocturno del planeta. Cuando estos eventos son menos intensos, decimos que estamos en un mínimo solar.
En 2018 el Ciclo Solar 24 entró en esta fase y, desde entonces, fotómetros TESS (Telescope Encoder and Sky Sensor) instalados por todo el mundo, han recogido 11 millones de medidas que han servido para definir un método de referencia para el estudio de la oscuridad natural con dispositivos de este tipo.
Entre los resultados del artículo, que se publicará próximamente en la revista The Astronomical Journal, destaca la "observación sistemática de variaciones de corto periodo (del orden de decenas de minutos u horas) del brillo del cielo independientemente del lugar, estación del año, momento de la noche o actividad solar, y que se ha demostrado, por primera vez con fotómetros de bajo coste, que están asociadas a eventos que se producen en capas superiores a la mesosfera, es decir, al airglow (luz iridescente)", explica en un comunicado Miguel R. Alarcón, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y primer autor del artículo.
A partir de los 44 fotómetros que toman datos desde lugares como Namibia, Australia, México, Argentina o Estados Unidos, entre otros, se ha podido determinar que el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM), en Garafía, isla de La Palma, es el más oscuro de todos ellos.
Como puede leerse en el artículo la oscuridad del ORM se acerca a la oscuridad natural -la luz artificial sólo añade un 2% al fondo de cielo-. De la red de fotómetros instalados en la Península, cabe destacar la gran oscuridad que presenta la Comunidad de Extremadura, la región del Montsec (Lleida), Javalambre (Teruel), Sierra Nevada o el Pirineo Navarro.
Al brillo producido por la dispersión de la luz artificial nocturna (LAN) por los componentes de la atmósfera (moléculas de gas, aerosoles, nubes,....) se le conoce como skyglow artificial. Las estimaciones sugieren que más de una décima parte de la superficie terrestre del planeta experimenta LAN y que esa cifra se eleva al 23% si se incluye el brillo del cielo atmosférico. El 80% de la población mundial vive en lugares donde existe contaminación lumínica artificial y aproximadamente un tercio de ella no pueden ver la Vía Láctea. Quedan ya muy pocos lugares en el planeta donde se pueda apreciar, observar y medir la oscuridad natural.