La nieve y la niebla en abundancia son una de las pesadillas con las que solemos toparnos al volante en algunas zonas. Este mes hemos tenido poco de lo primero y mucho de lo segundo como consecuencia de las altas presiones, y sin duda la gran complicación viene dada por la reducción de visibilidad que acarrea. Por suerte, dentro de poco la tecnología acudirá en nuestra ayuda ante estos fenómenos meteorológicos Un nuevo radar, incorporable en cualquier coche independientemente de su antigüedad, permitirá ver a través de la adversidad cuando las ventiscas y la bruma se impongan.
Los últimos anuncios de vehículos reflejan el avance estrepitoso que está protagonizando la ciencia automovilística. Coches que aparcan solos, cámaras que te permiten estacionar sin mirar los retrovisores y frenos automáticos incorporados. Hasta ahora, la tecnología de conducción autónoma ha recorrido un largo camino, pero hay algo contra lo que no ha sido capaz de luchar: la meteorología adversa.
Un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha querido suplir esta carencia. Para ello, ha elaborado una herramienta que permite al coche orientarse en los caminos cubiertos por nevadas, según informa el medio Engadegt.
Todo es gracias a un nuevo radar, denominado LGPR (radar de penetración terrestre), que permite ver lo que hay debajo de la carretera para adelantarte los peligros a los que vas a hacer frente. Funciona de una manera muy autómata e independiente: permite ir mapeando el suelo y te va mostrando las curvas o los bloqueos de nieve que puedes encontrarte en el camino.
Además, es una innovación que podrá estar al alcance de cualquiera porque no es necesario incorporarlo en el vehículo. Tampoco tendrás que comprarlo con el radar incluido. Actualmente se instala en un remolque para medir la combinación específica de tierra y piedras que hay debajo de la superficie. Lo único que se necesita es un mapa de la zona creado en tiempo seco, cuando los sensores pueden percibir todos los detalles de la carretera.
Hasta ahora los profesionales solo han probado el sistema a velocidades bajas en una carretera rural y cerrada, pero, según estima Engagdet, creen que podría extenderse fácilmente a las autopistas y otras áreas de velocidades mayores. Cuestión de tiempo.
Está por confirmar cuándo estará listo para comercializarse. Antes de nada, será necesario estudiar la estabilidad a largo plazo de los mapas subterráneos y su funcionalidad en diferentes vías.
En cuanto a su precio, el MIT calcula que producirlo costará unos 300 dólares o menos, y "hará que los vehículos autónomos sean más seguros y más capaces".