La población mundial está viviendo una “Era del plástico”. Este elemento llena los estantes de los supermercados, la ropa que usamos, el material de oficina e incluso llega a la cadena alimenticia, dado que millones de peces y otros animales los ingieren en los océanos y muchas veces acaban en nuestro plato. Por ello, un grupo de científicos está profundizando en la que podría ser la solución definitiva a este problema: la modificación genética de bacterias que comen plástico.
El plástico de tereftalato de polietileno (PET) es el más utilizado en el envasado de bebidas, alimentos y productos farmacéuticos en el mundo. Desde su primera síntesis allá por 1941, el PET ha emergido gradualmente como el “plástico seguro” por su robustez y su durabilidad. Pero, aunque se consideran no tóxicas y 100 % reciclables, las botellas de PET de tamaño práctico y de un solo uso han convertido al plástico PET en el tercer desecho más recolectado en la limpieza de playas en más de 100 países, y es abrumadoramente omnipresente en el ecosistema terrestre.
Es imposible que los humanos podamos revertir el daño causado a los océanos por la contaminación con plásticos, pero la ciencia podría ayudar a limpiarlos en cierta medida.
En 2016, científicos japoneses descubrieron que las bacterias Ideonella sakaiensis han desarrollado un gusto por este tipo de plástico: “Esta cepa produce dos enzimas capaces de hidrolizar PET y un intermedio de reacción primario. Se requieren ambas enzimas para convertir enzimáticamente el PET de manera eficiente en sus dos monómeros ambientalmente benignos, ácido tereftálico y etilenglicol”, expusieron en un artículo en Science aquel año.
Ahora, un equipo de investigadores del Instituto de Biotecnología de Manchester ha logrado un avance biotecnológico con estas bacterias, mediante lo que llaman la ingeniería genética, dado que modifican ligeramente el ADN de Ideonella sakaiensis para limpiar los océanos de plásticos PET.
En su investigación, publicada en la revista Nature Communications, los científicos estudiaron el potencial de reconocimiento de una proteína clave involucrada en la absorción celular del tereftalato de monómero (TPA), por la proteína de unión a soluto TphC, explican en un comunicado.
Se espera que el uso de plásticos se triplique para 2050 y, a menudo, los envases de plástico se usan solo una vez, por lo que la degradación microbiana de estos plásticos podría ser clave para abordar este problema global.
"Comprender cómo las bacterias reconocen y degradan los productos químicos xenobióticos es importante tanto desde una perspectiva ecológica como biotecnológica", explica Neil Dixon, autor principal de la investigación.