El fondo del mar siempre esconde tesoros sorprendentes. La Gran Barrera de Coral de Australia -el mayor arrecife de coral del mundo que puede verse incluso desde el espacio exterior- ha sido el escenario por segunda vez en 5 años de un acontecimiento muy curioso. Hace unos días han fotografiado una mantarraya que se diferencia de todas las demás. Y no por su tamaño o funcionalidad, sino por su color. Como si alguien la hubiese pintado de un rosa chillón y lo hubiera devuelto al mar, este pez ha sido fruto de numerosas investigaciones desde que se avistó por primera vez en 2015. Tras varias teorías, se ha demostrado que su tonalidad es natural y responde básicamente a un fenómeno genético.
Kristian Laine se disponía a practicar apnea en la isla de Lady Elliot (Australia) para fotografiar el espacio marino, como acostumbra a hacer, con el fin de exponerlas en sus redes sociales. De repente, capturó una imagen que se hizo viral en solo unas horas y pensó que el flash se había roto. Un animal rosa aparecía entre el azul del mar, y no, no era cosa de un fallo técnico. Se trataba de una mantarraya de arrecife macho de más de tres metros que fue bautizada como Inspector Clouseau, como el detective del filme de la Pantera Rosa.
Pensando que había vivido un acontecimiento histórico, investigó y se percató de que no era la primera vez que se capturaba una imagen de este curioso ejemplar. Hace cinco años, el instructor de buceo Ryan Jeffery se adelantó al ver en exclusiva esta mantarraya con un vientre descolorido, según afirmó en su momento el medio ABC News.
Por aquel entonces se creyó que la tonalidad rosada de su piel se debía a una respuesta de ánimo. "A menudo, cuando los tiburones y las rayas están estresados, obtienen este color rosado en su vientre o en sus partes más blancas”, explicó la científica principal del Proyecto Manta, la doctora Kathy Townsend.
Otros científicos concluyeron que se trataba de una infección en la piel -típica de algunos animales acuáticos en África- o de alguna dieta específica similar a la de los flamencos, que obtienen su coloración del consumo de crustáceos. Pero una biopsia realizada en 2016 de este único ejemplar les permitió conocer el verdadero motivo de su color. No se debía a ninguna bacteria ni a la alimentación.
Todo se debe a una mutación genética del pigmento de este animal. Se trata de una expresión de la melanina denominada como eritrismo, que hace que la tonalidad de la piel sea rojiza o rosada. Es similar a lo que ocurre con otros animales que pueden volverse melánicos, y adquirir un color negro, o ser albinos, de un tono tirando a blanco.
Este fenómeno no es una respuesta insólita, ya que muchos peces suelen adquirir mutaciones de su pigmentación que les permite esconderse de los depredadores o adaptarse al su hábitat natural. Aún así, marca un antes y un después en la biodiversidad marina.