El 2020 empezó con una tragedia en el Cuerno de África y zonas de Oriente Medio. La plaga de langosta del desierto devoró los cultivos de multitud de agricultores y puso en riesgo el suministro de alimentos para millones de personas. Ahora, con las últimas lluvias y los fuertes vientos que soplan del este, los nuevos enjambres hacen temer por una 're-invasión' que en Somalia y Etiopía ya habría comenzado.
El miedo se extiende en el este de África y al otro lado del Mar Rojo. De nuevo, después de unos meses de tregua de la langosta, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) vigila de cerca sus poblaciones y se esfuerza por ‘desactivarlas’.
"Ya se están formando nuevos enjambres de langostas que amenazan con volver a invadir el norte de Kenia y también se está reproduciendo en ambos lados del Mar Rojo, lo que representa una nueva amenaza para Eritrea, Arabia Saudita, Sudán y Yemen", ha dicho la organización. Mientras se llevan a cabo las operaciones de control, se deben realizar reconocimientos a su vez entre Mandera y Turkana.
Las fuertes lluvias provocadas por el reciente ciclón Gati no han ayudado. Con el suelo húmedo, se teme que una eclosión masiva se produzca en la costa noroeste de Somalia, así como en la meseta norte y en el noreste. Las próximas semanas son críticas.
El aumento se produjo a pesar de una campaña sin precedentes apoyada por la FAO y sus socios, en la que este año se trataron más de 1,3 millones de hectáreas de plagas de langostas en diez países.
Las operaciones de control evitaron la pérdida de aproximadamente 2,7 millones de toneladas de cereales, suficiente para alimentar a 18 millones de personas al año, en países ya gravemente afectados por la inseguridad alimentaria aguda y la pobreza. Pero “la batalla aún no ha terminado”, ha dicho el director general de la organización, Qu Dongyu.