"Tenemos un anuncio muy especial... ¡Nuestro primer koala de la temporada salió de la bolsa de mamá para saludar!", anunciaba el Australian Reptile Park hace unos días en su cuenta de Facebook. Una buenísima y esperanzadora noticia después de los incendios que arrasaron varias reservas de koalas de Nueva Gales del Sur hace unos meses. Los cuidadores del parque han nombrado Ash a la cría y van informando en sus redes de su progreso.
Los trabajos de recuperación de koalas no han parado desde el pasado diciembre. Algunos incendios llevaban activos desde agosto, y entonces llegó el verano en el Hemisferio Sur y a los retos previos –eucaliptos que se secan y vías fluviales donde ya no hay qué beber– se sumaron más olas de calor infernales, más sequía, más fuego.
Las imágenes que quedan son desoladoras, incluso a día de hoy. El bosque no se repone de un día para otro, como tampoco lo hacen las especies autóctonas que se han visto afectadas: canguros y zorros-murciélago, cacatúas 'de moño amarillo'... Algunos de estos animales han visto muy reducida su población por los incendios, otros por la sequía y, la mayoría, por las altísimas temperaturas del pasado diciembre.
Las personas que han estado cuidado de los ejemplares rescatados han curado sus quemaduras y les han proporcionado un espacio donde comer, beber y dormir a salvo hasta que estuvieran preparados para ‘volar libres’. “Cuando se abrió la puerta de la jaula, Maryanne se atornilló a la cima de un pequeño eucalipto y miró las caras sonrientes de abajo”, narraba la organización WWF hace unos días, después de liberar a una hembra que sufrió quemaduras graves. Seis meses de recuperación que han dado sus frutos.
Maryanne se sumaba a los ejemplares con heridas más leves que pudieron liberarse en marzo, y dentro de poco quizá ocurra lo mismo con Ash y su madre. Por ahora, eso sí, ambos permanecerán en el Australian Reptile Park de Nueva Gales del Sur, donde se ha convertido en la estrella.
El 1 de junio el parque reabrió sus puertas al público, aunque para ver a Ash es fundamental que él esté de acuerdo –no siempre se asoma– y que esté despierto (los koalas duermen unas 18 horas al día, a veces más).