La inmunidad celular, clave frente a las variantes del virus que esquivan a los anticuerpos

  • Ante las dudas sobre la efectividad de los anticuerpos frente a las nuevas variantes del virus, los científicos estudian la respuesta inmune de las células T

  • Estudios preliminares demuestran que es menos probable que las células T se vean afectadas por las mutaciones que los anticuerpos

  • Ya se está desarrollando alguna vacuna experimental que tratará de estimular más la respuesta inmune de las células T

Que los anticuerpos no son el único arma que tenemos para defendernos del coronavirus ya lo sabemos. Pero hay que decirlo más. Porque a medida que van apareciendo variantes del virus, aumenta la preocupación sobre si los anticuerpos conseguirán ganar la batalla.

Algunas de las variantes incorporan mutaciones que hacen que el virus consiga evadir la respuesta humoral, precisamente. Si no anularla, al menos esquivarla en cierta forma: debilitarla. Pero ¿qué pasa con la respuesta celular? Es lo que investigan ahora los científicos: si la inmunidad celular será suficiente para generar una respuesta potente y duradera frente a las nuevas variantes del SARS-CoV-2, aunque los anticuerpos queden debilitados.

En un reciente artículo de Nature, la investigadora estadounidense Daina Graybosch, analista de biotecnología, asegura: “Sabemos que los anticuerpos probablemente sean menos efectivos, pero tal vez las células T puedan salvarnos. Tiene sentido biológicamente”. Tiene sentido, aunque aún faltan datos que lo corroboren. Pero los inmunólogos también llevan tiempo advirtiéndolo: la respuesta humoral (la de anticuerpos) no es la única, hay que estar muy pendientes de la respuesta celular. De hecho, hace ya meses que expertos como Margarita del Val apuntan a que, en este virus, el papel de la inmunidad celular es muy importante. “Este es, probablemente, uno de los virus en los que más colabore la inmunidad celular”.

Células colaboradoras y células asesinas

El inmunólogo Alfredo Corell lo explicaba en NIUS, hace unos días. “Lo que se está viendo es que, aunque los anticuerpos hayan declinado parte de los infectados, en todos los casos hay células de memoria B y T. En el 100% de los individuos de un estudio reciente publicado en Sicence, que mira la inmunidad a ocho meses, se ha visto una buena respuesta celular, aunque no en todos ellos había anticuerpos. Se ve una respuesta muy enérgica del organismo frente al virus”, aunque sea más celular que humoral.

Las células B son algo así como la fábrica de anticuerpos, explica Corell. Si ya te has infectado una vez, esa fábrica está preparada para ponerse en marcha en cuanto haga falta, lo que te asegura una mejor respuesta frente a una segunda infección. Y las células T, que son las que te aseguran una buena memoria frente al virus, se activan más rápido también. “Tanto las B como las T se activan más rápido y de forma más potente en una segunda infección”, asegura el inmunólogo.

Ahora, los científicos tienen particular interés en las células T, porque además de asegurarte esa memoria celular, pueden atacar y destruir las células infectadas por virus. No evitan la infección, porque actúan cuando el virus ya ha entrado en el organismo, pero sí pueden frenarla en seco.

Cuando hablamos de células T, hablamos de dos tipos de células, las asesinas y las colaboradoras.

  • Las asesinas (células T CD8): son las que buscan y destruyen las células que están infectadas con el virus
  • Las colaboradoras (células T CD4): entre otras muchas cosas, estimulan la producción de anticuerpos y de células T asesinas

Las células T asesinas, en concreto, son las que pueden marcar la diferencia entre una covid leve y una covid grave. Lo explica en Nature Annika Karlsson, inmunóloga del Instituto Karolinska en Estocolmo. "Si son capaces de matar a las células infectadas por el virus antes de que se propaguen desde el tracto respiratorio superior, influirán en la evolución de la enfermedad”. De lo que se trata, ahora, es de ver si estas células T pueden ser más resistentes a las nuevas variantes que los anticuerpos. Y parece que sí cuentan con algunas ventajas.

Ventajas de la respuesta celular: variedad y estabilidad

El inmunólogo Alessandro Sette, del Instituto La Jolla de Inmunología en California, ha realizado estudios que demuestran que las personas infectadas con este coronavirus generan células T que se dirigen al menos a 15-20 fragmentos diferentes de proteínas del virus. Esos fragmentos pueden variar mucho de una persona a otra, lo que significa que cada infectado generará también células T muy distintas.

Es decir, se generan gran variedad de células T, “y eso hace que sea muy difícil para el virus mutar para escapar del reconocimiento celular", explica Sette, "a diferencia de lo que ocurre con los anticuerpos". Puede que estos no le reconozcan, pero las células T sí van a hacerlo.

Y hay otra ventaja. Cuando se han hecho ensayos preliminares para estudiar la respuesta inmune celular frente a la variante identificada en Sudáfrica (que ya se ha visto que es parcialmente resistente a los anticuerpos), los investigadores han visto que la mayoría de las respuestas celulares se dirigen contra zonas del virus que no han mutado. Es decir, que la eficacia de esa respuesta se mantendría intacta. Sette asegura que los resultados de sus estudios indican lo mismo: que es poco probable que las respuestas de las células T se vean afectadas por las mutaciones.

Si las células T permanecieran activas contra la variante 501Y.V2, eso querría decir que podrían protegernos contra la covid grave. Es lo que cree el inmunólogo John Wherry, de la Universidad de Pensilvania, pero a la vez advierte que es pronto, que aún faltan datos para asegurarlo. "Estamos tratando de inferir una gran cantidad de información científica a partir de datos que aún no tenemos”.

Vacunas que estimulen las células T

Lo que se ha visto al probar las vacunas frente a las variantes también da pistas a los científicos para ver cómo desarrollar vacunas de próxima generación que estimulen las células T de manera más efectiva. Si el virus pudiera finalmente con los anticuerpos, siempre nos quedaría un as en la manga: esa respuesta de las células T asesinas. Y las vacunas deberían estimularlas.

Muchas de las vacunas actuales contra este coronavirus se dirigen a la proteína S o proteína de la espícula, que se encuentra en la superficie del virus y es la que usa para engancharse a las células e infectarlas. Pero esa proteína es "bastante variable", advierten investigadores como Annika Karlsson, inmunóloga del Instituto Karolinska en Estocolmo. Eso quiere decir que es propensa a mutar, lo que aumenta el riesgo de que las variantes que vayan apareciendo puedan evadir a los anticuerpos que generen esas vacunas.

Por contra, como veíamos antes, las células T se dirigen a proteínas del virus que se encuentran dentro de las células infectadas, y algunas de esas proteínas son mucho más estables, explica Karlsson en Nature. Esto plantea la posibilidad de diseñar vacunas contra proteínas que mutan menos e incorporar dianas de múltiples proteínas en una vacuna. Algunos ya lo están haciendo.

Es el caso de la biotecnológica Gritstone Oncology, de California, que está diseñando una vacuna experimental que incorpora el código genético de fragmentos de varias proteínas de coronavirus que se sabe que provocan respuestas de células T. Los ensayos clínicos están previstos en el primer trimestre de este año.

El presidente de Gritstone, Andrew Allen, confía en que las vacunas actuales sean efectivas contra las nuevas variantes y en que esta vacuna no llegue a ser necesaria. “Lo estamos haciendo para poder estar preparados si llega el peor de los escenarios”. De momento, no ha llegado. Pero lo cierto es que hay varias vacunas que ya se han mostrado menos eficaces contra la variante sudafricana.

Es el caso de Novavax, Janssen y AstraZeneca, cuyas vacunas fueron menos eficaces al ensayarlas en Sudáfrica, donde la variante 501Y.V2 se ha convertido en dominante. Novavax mostró una caída de eficacia del 85% al 50%. La eficacia de la de Janssen cayó del 72% al 57%. Los datos de AstraZeneca son los más desmoralizantes: tuvo solo un 22% de efectividad contra la covid leve y moderada en ése país. Se trata de ensayos pequeños y resultados limitados, pero Sudáfrica ya ha decidido no utilizar la vacuna de AstraZeneca.