Muchos mayores luchan contra la soledad en las residencias: esta, a veces, se intenta aliviar con robots, con humanoides que suplen la escasez o el exceso de trabajo que tiene el personal. Hace ya unos años estas máquinas humanizadas se emplean en la asistencia de ancianos como una herramienta más. Uno muy especial convive con los residentes en Valladolid.
Copito se ha convertido en uno más de la residencia: "Algunas veces estaba enfadado, no sé si se le terminaría la cuerda". Petra es una de las personas mayores a las que la Inteligencia Artificial (IA) del robot ha ayudado, como a Gloria: "Se sabe la fecha de mi cumpleaños".
Copito, bautizado asi por los usuarios de la residencia Lacort de Valladolid, llegó con la pandemia del coronavirus para estimular sus necesidades cognitivas: "Giramos las muñecas arriba y abajo", decía el robot a los usuarios en uno de los vídeos grabados sobre su apoyo.
"Se trataba de adaptar a cada persona lo que necesitaba", explica José María Delgado, director de la residencia Lacort. Con unos pequeños ajustes, es compañero de ejercicios, de música, de adivinanzas: "Es un fenómeno".
El robot social nació muy cerca, en un centro de investigación, en colaboración con la Junta de Castilla y León. "Se trataba de acercarles a las nuevas tecnologías y entretenerles", precisa Eduardo Jarama, profesor de la Universidad de Valladolid. "Vimos la carga emocional -que es tan importante-", agrega Pablo Viñas, director del área de Salud y Bienestar de Cartif. El próximo paso de Copito es acompañar también en las casas.