La huella de carbono que deja la producción masiva de cannabis en interiores, debido al consumo intensivo en luz y climatización, asciende a entre 2,2 y 5,1 toneladas de dióxido de carbono por kilo de flor seca.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Colorado proporciona la contabilidad más detallada hasta la fecha de la huella de carbono del cultivo de cannabis en interiores.
El estudio, publicado en 'Nature Sustainability', fue dirigido por la estudiante de posgrado Hailey Summers, cuyo asesor, Jason Quinn, es profesor asociado en el Departamento de Ingeniería Mecánica.
Descubrieron que las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de cannabis se atribuyen en gran medida a la producción de electricidad y al consumo de gas natural de los controles ambientales en interiores, luces de cultivo de alta intensidad y suministros de dióxido de carbono para el crecimiento acelerado de las plantas.
El equipo de CSU supuso que habría una variabilidad sustancial en las emisiones dependiendo de dónde se cultivase el producto, debido al clima y a las emisiones de la red eléctrica. Su trabajo recientemente publicado captura la propagación potencial a través del país de grandes almacenes comerciales para el cultivo de cannabis y modela las emisiones para varios lugares de alto crecimiento en todo el país.
Sus resultados incluyen un mapa GIS que permite a los usuarios ingresar el nombre de un condado y encontrar estimaciones de emisiones locales en cualquier lugar de EEUU, definidas como emisiones por kilogramo de flor de cannabis, informa la Universidad Estatal de Colorado en un comunicado.
Su investigación muestra que el cultivo de cannabis en interiores en EE.UU. produce emisiones de gases de efecto invernadero durante el ciclo de vida de entre 2.283 y 5.184 kilogramos de dióxido de carbono por kilogramo de flor seca. En comparación, las emisiones del uso de electricidad en el cultivo de cannabis al aire libre y en invernadero son 22,7 y 326,6 kilos de dióxido de carbono, respectivamente, según el Informe de energía de cannabis de New Frontier Data 2018.
Esos números en exteriores e invernaderos solo consideran la electricidad, mientras que la estimación de los investigadores de CSU es más completa, pero la comparación aún destaca la huella enormemente mayor de las operaciones de cultivo en interiores.
Los investigadores se sorprendieron al descubrir que los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado tenían la mayor demanda de energía, con cifras fluctuantes según el clima local, ya sea en Florida, que requiere una deshumidificación excesiva, o en Colorado, donde la calefacción es más importante.