En Siberia occidental, entre las residencias más al norte de toda Rusia, el suelo ya no resbala. El pasado verano el hielo dejó de formar parte del paisaje tradicionalmente invernal y un prado de amapolas y margaritas floreció. El permafrost, la capa de suelo permanente congelada, se derrite de manera continuada, informa 'Siberian Times', hasta el punto de brotar la vida donde antes era inviable.
Las imágenes tomadas por una expedición de la Universidad Estatal de Tomsk –la primera fundada en Siberia– son difíciles de asociar a la región habitada más al norte de Rusia, a poco más de 1600 kilómetros de distancia del Polo Norte.
Todo empezó cuando algunas personas se acercaban a las zonas congeladas para cavar minas de arena entre las grietas del permafrost. Con el tiempo, el deshielo hizo el resto. Las capas más profundas del hielo que antes ocupaba el suelo aportaron los suficientes sedimentos y minerales a las capas más superficiales y, eventualmente, el calor terminó de germinar las semillas de la tierra.
A su llegada a la península de Yaman, los investigadores pretendían estudiar las cuencas vacías de lagos árticos, pero se toparon en cambio con un prado plagado de margaritas, dientes de león, amapolas y cereales. En el verano de 2016, excepcionalmente caluroso, los lagos de la zona terminaron de secarse entre las grietas del decreciente permafrost hasta dar lugar a la flora que hoy cubre esta región.
La vegetación que ha ido naciendo en esta región es un ejemplo más del calentamiento drástico del Ártico, que se calienta entre 2 y 3 veces más rápido que el promedio global. Hace ya siete años, la comunidad científica mundial miraba al Polo Norte por los datos preocupantes que hizo públicos la NASA. El 16 de septiembre de 2012, el hielo ártico alcanzó su mínimo absoluto, rompiendo todos los récords y quedándose así a la mitad del promedio del periodo 1979-2000.
*Imagen: NASA/Goddard Scientific Visualization Studio
El pasado mes de septiembre de 2019 se registró la segunda extensión del hielo ártico más pequeña, por detrás de 2012.
Durante los oscuros meses de invierno el hielo tiende a reponerse después de los sofocantes meses del estío. No obstante, la nueva capa de hielo es 'joven' y fina, y le cuesta más sobrevivir con la llegada del calor el siguiente año. Cuanto más grande es el deshielo, menor es el valor de albedo en el Ártico, es decir, menos energía solar refleja de vuelta a la atmósfera, y más absorbe en el agua derretida. Se trata de una pérdida en cadena que sólo va a más.