Directa o indirectamente, al menos el 70% de los productos que consumimos depende de las abejas. Concretamente, de su polinización. Sin embargo, desde hace años el mundo asiste a un declive de este insecto que se debe en todos los casos a la acción humana. Por eso, quizá a la que salgamos del confinamiento nos encontremos con que, en nuestra ausencia, estas pequeñas tan molestas han tomado las calles. Pero ¿por qué?
Si has salido recientemente a comprar, a pasear a tu perro o a tirar la basura, las tareas más envidiables este abril de 2020, quizá hayas notado que han salido hierbas incluso de las grietas del asfalto. "La naturaleza se abre paso" parece de hecho la frase preferida de la cuarentena. Cliché, pero cierto. Las flores silvestres se han convertido en el nuevo adorno al borde de la carretera.
Y esta, según el reciente estudio de la organización ecologista Plantlife, es la clave. Flores como la campanilla morada o la llamada campion blanco se ven normalmente en apuros para brotar porque los ayuntamientos suelen decidir que son malas hierbas que deben ser cortadas. Pero lo cierto es que están salvando las abejas.
Así, mientras permanecemos encerrados en casa las abejas andan de un lado para otro intercambiando el polen y el néctar de estas florecillas, ayudando a que aguanten en las zonas urbanas. Es decir, se ayudan mutuamente, y a su vez irán ayudando a otros animales como mariposas o murciélagos.
Una cadena que en última instancia nos favorecerá también a nosotros, los humanos. No olvidemos que el año pasado fueron declaradas el ser vivo más importante del planeta por el Instituto Earthwatch.