La comunidad científica ha tomado consciencia en las últimas décadas de la necesidad de medir la capacidad tecnológica actual para evitar la colisión de asteroides contra la Tierra y de buscar dispositivos de protección frente a este riesgo potencial.
Así lo ha indicado a Efe el experto Adriano Campo Bagatin, profesor de la Universidad de Alicante (UA), una de las quince instituciones europeas que integran un consorcio que lleva a cabo un proyecto financiado por la Comisión Europea con cuatro millones de euros en la convocatoria H2020 de 2019 'Investigación avanzada en objetos cercanos a la Tierra y nuevas tecnologías para la defensa planetaria'.
El proyecto, denominado NEO-MAPP (acrónimo que significa modelo de objetos cercanos a la Tierra y dispositivo de protección), se desarrollará hasta 2023.
Su principal objetivo es "el avance significativo en nuestra comprensión de cómo responde un asteroide cuando se le impacta con una nave espacial lanzada a una gran velocidad, lo que sería un impacto cinético", y también "cómo responde un asteroide a un paso cercano a un planeta", ha revelado el experto.
Asimismo, "se pretende determinar qué instrumentación es necesaria a bordo de una nave espacial para poder determinar completamente todas las características físicas, morfológicas y geológicas de un asteroide objeto de un impacto cinético provocado", ha señalado Campo Bagatin, responsable de la parte de la UA en NEO-MAPP.
"Como asteroide de referencia para la mayoría de los estudios utilizamos el sistema binario Didymos (gemelos, en griego), formado por un asteroide primario, bautizado con el mismo nombre, de unos 800 metros de tamaño, y su satélite (Dimorphos), de apenas 160 metros", ha explicado este profesor del Departamento de Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal de la UA.
En lo referente al apartado de la investigación sobre "cómo responde un asteroide a un paso cercano a un planeta", se usará Apophis, que se aproximará a tan solo 31.600 kilómetros de la superficie terrestre el 13 de abril de 2029; es decir, por dejado de la órbita de los satélites geoestacionarios.
En esa fecha se intentará saber si Apophis -de unos 300 metros de tamaño y del que se ha excluido que colisionará con la Tierra por lo menos en un siglo, según las últimas observaciones- se deformará y de qué manera por efecto de su paso cercano a la atmósfera, ha avanzado Campo Bagatin.
El contexto en que se desarrolla NEO-MAPP está estrechamente relacionado con dos misiones espaciales, ya anunciadas en su día: DART, de la NASA, y Hera, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que, aunque separadas, se enmarcan en el proyecto AIDA (Asteroid Impact & Deflection Assessment) para desviar asteroides que pueden chocar contra la Tierra.
Precisamente, ambas misiones tienen como objetivo el sistema binario Didymos en el momento de su máxima aproximación a la Tierra, en 2022.
La nave DART, de más 600 kilos de peso, será lanzada entre noviembre de este año y febrero de 2022 para estrellarse a finales de septiembre del próximo año sobre la superficie del menor de los dos asteroides (Dimorphos) a una velocidad de 6,5 kilómetros por segundo, con la pretensión de provocar un cráter y modificar levemente su órbita alrededor del primario.
Cuatro años más tarde, en 2026, está previsto que llegue la sonda europea Hera al sistema binario para estudiar completamente los efectos de la colisión realizada por DART.
En esta fase está involucrado el grupo de Campo Bagatin dentro de NEO-MAPP, ya que uno de sus objetivos principales consistirá en desentrañar la estructura interna de Dimorphos y, si es posible, del asteroide primario. Además, otro de sus cometidos, vinculado al anterior, será cómo se han formado estos objetos binarios, porque de momento se desconoce.
El 15 % de todos los objetos cercanos, en términos astronómicos, a la órbita terrestre son sistemas binarios de asteroides, ha concretado este experto.
Según Campo Bagatin, conocer su composición interna puede ser clave para saber cómo se podría desviar un objeto de estas características en el supuesto de que pueda haber un riesgo de colisión con la Tierra.
"Lo único factible tecnológicamente en este momento" para probar si se puede desviar un asteroide de su órbita es llevar a cabo un impacto cinético y lo que se pretende con las misiones DART y Hera es comprobar si dicho procedimiento "es realmente efectivo", ha destacado.
Eso se vislumbrará en la actual década y, de obtener un resultado exitoso, el inicio de la defensa planetaria podría dejar de ser ciencia-ficción.