El saltamontes brasileño, también llamado Bocydium globulare, es probablemente el bicho más raro del mundo. Lo curioso de este insecto es que no constan muchos estudios sobre él, y ni siquiera está claro para qué tienen esos cuernos con forma de ‘gorrocóptero’ de Doraemon en lo alto de la cabeza.
Se supone que pueden vivir casi en cualquier parte del mundo siempre y cuando haya Tibouchina, la 'planta de la gloria'. No obstante, es más fácil toparse con ellos en África, América del Norte y del Sur, Asia y Australia. El motivo por el que pocos lo ven a lo largo de su vida es que no va en grupo, sino que es una especie solitaria que pasa sus años entre las hojas de esta planta.
Su cuerpo en sí es un misterio, pero si hay una parte que llama la atención del saltamontes brasileño es su cabeza. El blog ‘Why Evolution is True’ dice que si Dalí inventara insectos, se verían así. Un acierto dada la ornamentación de las ‘antenas’. Las bolas que las forman no son ojos, como podría pensarse, y tampoco un indicador del sexo del insecto, porque se ha comprobado que tanto machos como hembras los tienen.
Se sabe que son esferas de quitina, pero ningún científico ha dado todavía con la respuesta a la pregunta del millón: ¿Para qué sirven? Probablemente, dice un artículo publicado en X en la revista científica ‘Nature’, “disuadan a los depredadores”. Aunque no lo confirma este estudio.
Como curiosidad, durante algún tiempo se pensó que el bicho no era real, sino una creación del escultor Alfred Keller (1902-1955), que lo representó así de bien.