El Amazonas, a pesar de ser el pulmón del planeta, es el gran desconocido de la ciencia. Muchas especies de animales e insectos que habitan entre sus árboles o a lo largo del caudal del río más largo y caudaloso del mundo aún no se conocen y, a medida que los investigadores descubren nuevas vidas, descubren a su vez nuevos hábitos que, en ocasiones, cierran el estómago. Entre los últimos hallazgos se encuentra una avispa con la que ojalá no te cruces nunca: la Clistopyga crassicaudata, que con su enorme aguijón no solo pica, también pone huevos dentro de su víctima.
Los Investigadores de la Universidad de Turku, en Finlandia, junto con científicos colombianos, españoles y venezolanos, han encontrado en un camino entre la selva baja del Amazonas y los Andes una avispa que les ha desconcertado. "He estudiado avispas parasitoides durante mucho tiempo y nunca he visto nada igual", decía el profesor Ilari E. Sääksjärvi en el informe publicado en la web de la universidad.
La longitud y anchura de su aguijón sorprendió a los científicos. Esta 'herramienta' de su cuerpo es muchísimo más grande que la del resto de avispas y la usan no sólo para matar a su presa, sino también para poner huevos. Su principal víctima son las arañas. El proceso es aterrador y fascinante al mismo tiempo. Las hembras localizan un nido, inyectan su veneno que paraliza al insecto y, al hacerlo, incuban en su interior. Cuando las crías proliferan, se comen a la araña desde dentro.
Hasta el momento se cree que es una especie sólo existente en la selva del Amazonas, como otras que han asombrado a los científicos anteriormente. Entre ellas está otra avispa (Dasymutilla) que, por su dura piel y su fuertísimo veneno que provoca un dolor insoportable a sus presas, no tiene depredadores en todo el ecosistema que habita. También entre la frondosidad de Brasil se han encontrado insectos que transmiten la leishmaniasis (como la mosca Lutzomyia) después de extraerlo de la piel de otros animales.
A pesar de su enorme importancia para el ecosistema del Amazonas y, por tanto, indirectamente, para toda la biodiversidad de Sudamérica, los insectos son los grandes desconocidos y los grandes amenazados.