Incendio en Tarragona: por qué el estiércol originó el peor fuego de los últimos 20 años en Cataluña
Las autoridades investigan el origen del fuego pero todo apunta que la mala gestión del estiércol en una granja fue el detonante
Desde el pasado miércoles, España tiene la vista puesta en los incendios que están arrasando hectáreas de masa forestal en múltiples provincias, que se han propagado todavía más con la primera ola de calor del verano. El peor de todos se ha producido en Cataluña, donde el fuego ya ha arrasado más de 5.000 hectáreas y donde los bomberos siguen trabajando con unas temperaturas que superan los 35ºC en Torre de l’Espanyol (Tarragona). Con su posible origen, según las autoridades, en una granja que almacenó inadecuadamente las heces de las gallinas, todos nos preguntamos lo mismo: ¿cómo es posible que la materia orgánica haya generado el peor incendio de los últimos 20 años?
La ola de calor que llegó el miércoles lo hizo con los avisos de la Guardia Civil y la Agencia Estatal de Meteorología del altísimo riesgo de incendio que amenazaba a buena parte del territorio español. La baja humedad en el ambiente, el viento y las temperaturas fueron el cóctel perfecto para una pila de excrementos de los animales autocombustionara y diera lugar al incendio de Tarragona.
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*Imagen: Riesgo de incendio previsto para el lunes, 1 de julio / Aemet
¿Cómo autocombustiona el estiércol?
Cuando la materia orgánica se almacena en cantidad –se estima que el montón de Torre de l’Espanyol alcanzaba el medio metro–, una parte queda aislada del oxígeno exterior, la materia fermenta y empieza un proceso de degradación que eleva muchísimo la temperatura del gallinazo (las heces de las gallinas). Además, durante este proceso se producen gases como el metano y aquí está la clave: el metano es altamente inflamable.
Cuando la lenta combustión empieza no hay llama, al igual que no la hay cuando se consume un cigarro. Sin embargo, cuando entra en contacto con el oxígeno exterior, con viento y con el calor que previamente ha calentado el estiércol a temperaturas superiores a los 100ºC, el resultado, con vegetación cerca, puede ser un incendio.
El responsable de la explotación fue quien llamó al teléfono de emergencias para avisar de la situación pero, a pesar de todo, la situación sigue incontrolable. El origen aún está por confirmar aunque todo apunta a que la mala gestión de la materia en esta granja fue el detonante. De haber cumplido la normativa, el gallinazo no se habría acumulado sin la ventilación pertinente ni habría podido dar lugar a la combustión por metano.
¿Es normal que esto ocurra?
Se trata de algo atípico, aunque no es la primera vez que ocurre. En Urgell, hace tres años, durante las hogueras de San Juan, ocurrió algo parecido. Entonces la materia orgánica entró en una lentísima combustión y, después de un mes, en la superficie del suelo se desencadenó un incendio que coincidió con otros y fue noticia aquel verano.
Aunque los incendios son un fenómeno natural y antiguamente regulaban los ecosistemas del planeta, en la actualidad la actividad humana es la que provoca el fuego y son cada vez más frecuentes y más intensos. Así, han dejado de ser beneficiosos para pasar a ser uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en verano.