Donde antes había hielo y algunos líquenes, ahora hay vegetación por doquier. El Ártico está cambiando. Cada verano es más verde por el aumento descarado de las temperaturas, y eso está acabando con la tundra tal y como la conocemos. Lo dice la Nasa, que avisa del riesgo que esto supone a nivel global porque afecta al clima. Lo que pasa en el Ártico nunca se queda en el Ártico.
“La tundra ártica es uno de los biomas más fríos de la Tierra y también uno de los que se calienta más rápidamente”, ha dicho Logan Berner, investigador de la Universidad del Norte de Arizona en Flagstaff. El científico ha dirigido el último estudio sobre este paisaje cambiante que se publica en la revista especializada 'Nature Communications'.
Se trata de la primera investigación que mide los cambios en la vegetación que abarcan toda la tundra ártica, desde Alaska y Canadá hasta Siberia, utilizando datos satelitales de Landsat, una misión conjunta de la NASA y el Servicio Geológico de EEUU (USGS), como cuenta Kate Ramsayer, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
Este enverdecimiento del Ártico no solo afecta directamente a animales como los osos polares, -que podrán desaparecer en 30 años, avisan los expertos-, sino también a las personas. Las poblaciones próximas dependen del hielo. Sin ir más lejos, en Siberia observan ya cómo edificios construidos sobre el suelo constantemente congelado, el permafrost, se agrietan a medida que el hielo se funde.
“Si bien las plantas activas absorberán más carbono de la atmósfera, las temperaturas más cálidas también podrían estar descongelando el permafrost”, explica Ramsayer, de la NASA. Este suelo congelado retiene desde hace cientos de miles de años cantidades ingentes de gases de efecto invernadero, que se liberan a la atmósfera al fundirse.
“Entre 1985 y 2016, alrededor del 38% de los sitios de tundra en Alaska, Canadá y el oeste de Eurasia mostraron enverdecimiento. Solo el 3% mostró el efecto de pardeamiento opuesto, lo que significaría menos plantas en crecimiento activo”, continúa el comunicado de la agencia espacial. “Para incluir sitios de Eurasia oriental, compararon datos a partir del año 2000, cuando los satélites Landsat comenzaron a recopilar imágenes de esa región con regularidad. Con esta visión global, el 22% de los sitios se volvieron verdes entre 2000 y 2016, mientras que el 4% se paró”, concluye.