El coordinador científico del Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcan), Nemesio Pérez, ha reconocido que la erupción que se ha producido en la isla de La Palma les ha cogido "un poco de sorpresa" porque se ha producido "más rápido" de lo que esperaban, y ha indicado que se podrá dar por finalizada cuando pasen varios días sin emisiones de dióxido de azufre (SO2).
Los trabajadores de Involcan son los responsables que han seguido la actividad sísmica de la isla bonita y que ahora trabajan sobre el terreno para intentar conocer al detalle los pasos que va a seguir la erupción: si habrá nuevos temblores sísmicos, si se desarrollarán nuevas erupciones explosivas, cuánto durará la expulsión de lava y materiales. Para intentar contestar a todas estas preguntas los científicos utilizan muchos instrumentos, como los medidores de gases, pero también los llamados 'arrays sísimicos'.
Un array sísmico consiste en un número de estaciones sísmicas emplazadas en una zona concreta y con una configuración determinada. Esta forma de mediciones se instalaron por primera vez para detectar
explosiones nucleares durante la Guerra Fría. La ventaja que presentan los arrays sísmicos es que permiten estudiar la fuente sísmica, discriminando su procedencia (entre señales naturales y producidas por alguna actividad humana), permiten conocer la dirección desde la que proviene el temblor y tienen un umbral de detección muy preciso.
Las distintas estaciones sísmicas de un array contienen un grupo numeroso de sensores dispuestos en un espacio reducido y homogéneo de terreno según una configuración espacial determinada. Los arrays se caracterizan por la apertura que tengan, marcada por la distancia entre las estaciones, pudiendo ser de gran apertura (100 km o más), de media apertura (50-80 km) y de pequeña apertura (pocos kilómetros). Esta configuración dependerá del tipo de señal a detectar. Suelen tener un sistema de registro sincronizado en el tiempo y se utilizan métodos de análisis que comparan las distintas señales.
La naturaleza portátil de estos sistemas, en comparación con las redes sísmicas convencionales que son fijas, hace que sean ideales para la medición de un fenómeno concreto en un determinado lugar. Por eso se está utilizando sobre el terreno para monitorear toda la actividad del volcán de Cumbre Vieja en La Palma. Aunque más allá de la utilidad militar, los arrays sísmicos se han utilizado sobre todo para redefinir la estructura interna de la Tierra, se han utilizado recientemente para estudiar los microtemblores y las señales volcánicas.
Los responsables de Involcan instalaron un array sísmico en La Palma hace tan solo dos días, buscando precisamente indicios de una erupción iminente. "Un equipo de INVOLCAN ha instalado hoy un array sísmico en La Palma", anunciaban en su cuenta de Twitter el pasado día 18 de septiembre, un día antes de la erupción. El dispositivo "permitirá detectar con más sensibilidad las señales sísmicas provenientes del interior del volcán, entre ellas el tremor volcánico, un importante precursor de una posible fase eruptiva", continuaban.
Como explican desde Involcan, utilizando técnicas de análisis parecidas a las utilizadas por las antenas de telecomunicación, el array sísmico permitirá detectar con aún más sensibilidad cualquier señal sísmica proveniente del interior del volcán, entre ellas el tremor volcánico.
La erupción llegó "por sorpresa", pero no tanto. El propio Nemesio Pérez ha detallado que la erupción se ha producido en una zona un poco al noroeste de lo que ellos habían determinado como 'zona cero', un radio de 2 kilómetros donde se había registrado la máxima deformación acumulada. Asimismo, indicó que estudios de emanaciones difusas de CO2 del propio Instituto coinciden muy bien con dónde se han originado las erupciones fisurales del volcán.