Apenas cinco días después de la tragedia del Mar Menor, donde miles peces y moluscos como lubinas, cangrejos o anguilas se han asfixiado hasta la muerte, numerosos colectivos 'se plantan' ante la explicación oficial del ayuntamiento de Cartagena. Aclaran que no, las pérdidas no pueden achacarse a la baja salinidad del agua por las lluvias que dejó la reciente 'gota fría', sino a un agotamiento del oxígeno que viene de lejos. ¿Cuál es la verdad y qué se puede hacer ahora?
Un vídeo firmado por 'Hope' circula por las redes, pero no es "sólo un vídeo". Cada vez más medios se hacen eco de la realidad detrás del drama que se ha vivido el pasado fin de semana en Murcia, plantando cara a la supuesta explicación certificada por un experto que iba a poner punto final a la caza de responsables. También quienes se oponen a 'tragarse' la versión oficial saben de lo que hablan.
Empecemos por el principio. Sábado 12 de octubre. Miles de animales van llegando a la orilla del Mar Menor, en San Pedro del Pinatar (Murcia), ante la impotente mirada de los vecinos y turistas, que graban y comparten en internet la agonía de los peces. Cada vez hay más y queda en evidencia la gravedad de lo que está pasando: los peces se están asfixiando en su propio hábitat. Poco después, los análisis encuentran que la anoxia está detrás de estas muertes, es decir, la falta de oxígeno en el agua.
Acto seguido la administración se pronunció y sus palabras no pudieron ser, a juicio de muchos, más desacertadas. Las lluvias por la DANA (depresión aislada en niveles altos) robaron salinidad a las aguas del Mar Menor, sí, pero atribuir la muerte de miles de peces a este episodio es 'salir del paso'. ¿Por qué? Echemos la vista atrás.
Hace casi una década, en 2011, el diario local 'La Verdad' entrevistó a la oceanógrafa Amelia Cánovas. Por aquel entonces, el Mar Menor sólo empezaba a ser la 'sopa verde' que es ahora, plagada de algas y, desde el último fin de semana, desprovista de fauna. La científica anticipó entonces lo que pasaría si no se protegía la laguna, aunque por aquella época lo que ponía el foco en sus aguas era la proliferación de medusas. Al preguntarle al respecto dijo lo siguiente: "Sin medusas, la misma entrada de fertilizantes agrícolas al Mar Menor lo convertiría en una sopa verde de algas y plancton que consumirían el oxígeno disponible. La solución a este problema está en controlar los vertidos". Bingo.
SEO/Birdlife, WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) o Ecologistas en Acción –que lleva lustros en 'guerra' por un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) que el ejecutivo regional mantiene abierto pero no aprueba– alzan sus voces junto con individuales para despejar las mentiras: el Mar Menor es víctima de la acción humana, no de las lluvias.
De nuevo, indagando más en 'La Verdad', encontramos que el problema ya daba que hablar allá por el 2010, cuando el ahora exconsejero de Agricultura, Agua y Medio Ambiente, Antonio Cerdá –imputado en el caso 'Novo Carthago' por corrupción política en la recalificación de terrenos en el entorno del Mar Menor–, desestimó las conclusiones de la Confederación Hidrográfica del Segura que ponían al descubierto "la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos y el deterioro que sufre la laguna con los vertidos de miles de toneladas de nitratos y fosfatos", enunciaba este medio. El político incluso se apresuró a afirmar que el Mar Menor estaba mejor que nunca.
Pero la evidencia no respalda sus palabras: desde entonces, la eutrofización –contaminación por el exceso de nutrientes– ha ido in crescendo drásticamente a causa de los fertilizantes químicos que llegan principalmente por la actividad agrícola intensiva. A esto se suman los frecuentes vertidos de residuos (sobre todo del Campo de Cartagena), la mala gestión del suelo que ha acabado con la vegetación y ha provocado el arrastre de tierras en episodios de lluvias intensas y, según indica Ecologistas en Acción, los "miles de pozos (muchos de ellos ilegales) y desalobradoras cuyas salmueras, con altas concentraciones de nutrientes", acaban en el Mar Menor. Con un espacio ya de por sí agonizante, ha bastado el golpe de gracia para hacer inviable la vida en sus aguas: las lluvias que dejó la DANA (depresión aislada en altura) en septiembre, episodio que ha servido de 'cuartada' a la versión oficial.
La Consejería parece haber asumido la muerte masiva de peces como un punto de inflexión y, por el momento, estudia con motos de agua cómo paliar la falta de oxígeno en el Mar Menor. Sin embargo, las medidas a corto plazo como remover el agua o trasvasarla desde acuíferos o el Mediterráneo no serían suficientes para solventar la problemática de la contaminación del agua. Únicamente será efectivo lo que lleva proponiéndose desde hace más de 15 años: un plan que ataque el origen, es decir, los vertidos de la agricultura intensiva que abonan el mar y asfixian esta joya natural.
A la espera de soluciones, la ciudadanía es tajante. El próximo 30 de octubre una multitud se manifestará bajo el lema 'SOS Mar Menor' que demandará una protección de la laguna que no puede dilatarse más.
*Imagen: Cartel de la manifestación convocada por la Federación de AA.VV, ANSE y Ecologistas en Acción, entre otros