Las bacterias presentes en los chicles usados permanecen durante semanas después de que se tiren al suelo: es a es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), centro mixto de la Universitat de València (UV) y del CSIC.
Publicada en la revista Scientific Reports, la investigación concretamente demuestra que la carga bacteriana de los chicles cambia en cuestión de semanas y que las bacterias orales aguantan "sorprendentemente mucho tiempo cuando el chicle está en el suelo", una conclusión importante porque se puede aplicar en medicina forense o control de enfermedades contagiosas.
Ahondando en los detalles del estudio, este se centra en la distribución de bacterias según la profundidad a la que se encuentran (capas superficiales, intermedias e inferiores del residuo), la capacidad de biodegradación de los ingredientes de los chicles y las sucesiones microbianas después de pasar tres meses de exposición al aire libre. Se ha analizado la diversidad bacteriana de las muestras a través de Secuenciación Masiva de ADN (NGS en sus siglas en inglés).
Los chicles son residuos que permanecen durante bastante tiempo en superficies de interiores, al aire libre, pegados en edificios o incluso en obras de arte, y para este estudio los investigadores recogieron un total de diez muestras de cinco países diferentes: dos en España, Francia y Singapur, y una en Grecia y Turquía. Todas se recogieron del suelo con una rasqueta esterilizada y fueron transportadas al laboratorio, donde se conservaron a una temperatura de -80 °C hasta su análisis.
En palabras del investigador Manuel Porcar, "los chicles podrían ser vectores de enfermedades bacterianas bastante tiempo después de ser lanzados al suelo". "Hemos encontrado bacterias que pueden servir para limpiar los propios chicles, ¡porque se los comen!", ha explicado, añadiendo que "los chicles tienen una carga bacteriana que evoluciona de un microbioma oral a uno ambiental en cuestión de semanas".
"Las bacterias orales aguantan sorprendentemente mucho tiempo una vez el chicle está por el suelo. Además, muchas de las bacterias que hemos aislado de los chicles más viejos tienen potencial para biorremediar el propio chicle, es decir, degradarlo", ha agregado.
Estos residuos de larga duración se han utilizado, según indica el equipo de investigación del I2SysBio, para el análisis genético humano en criminología y arqueología y además remarca que sus hallazgos tienen implicaciones para una amplia gama de disciplinas, incluida la medicina forense, el control de enfermedades contagiosas o la ya comentada biorremediación de residuos de goma de mascar.
Firmado por Leila Satari, Alba Guillén, Àngela Vidal-Verdú y Manuel Porcar, el artículo describe una caracterización completa sobre el contenido bacteriano de la goma de mascar utilizando técnicas dependientes del cultivo e independientes, a diferencia de otras investigaciones que se centran en la mejora a la hora de limpiar los chicles tirados al suelo, hacerlos menos adhesivos, solubles con agua o degradables.
Además, destacan que este material adhesivo "puede contener una fracción importante de la microbiota oral, toxinas y algunos patógenos como Streptococcus spp. y Actinomyces spp., que permanecen atrapados en el residuo pegajoso y donde su supervivencia a lo largo del tiempo ha recibido muy poca atención".